BUENOS AIRES. Cantantes y músicos, entre los que destaca Roberto “Coya” Chavero, y artistas como Angela Irene, Demetrio Xavier, José Luis Santa María, los ballets Sol Norteño, El Ceibal, Nehuen y la Compañía de Danzas “La popular”, Candela Mazza, Arturo Zeballos y Carlos Martínez, participarán mañana en un homenaje al poeta, cantor, guionista y compositor Atahualpa Yupanqui.

 

Organizado por integrantes de la Comisión de Cultura de la Asociación de Personal Legislativo (APL) de Argentina y las fundaciones Atahualpa Yupanqui y “Para crecer con fe”, el acto en ocasión de su 21 aniversario luctuoso se realizará en el Salón Azul del Congreso Nacional argentino, destaca información difundida por la revista “Parlamentario.com”.

 

Atahualpa Yupanqui (en quechua, el que viene de lejanas tierras para decir algo) es el seudónimo de Héctor Roberto Chavero Aramburu, quien nació en Juan A. de la Peña (norte de la Provincia de Buenos Aires), el 31 de enero de 1908, aunque su infancia, cuentan, transcurrió en Agustín Roca, donde trabajaba su padre en un ferrocarril.

 

Su incursión en la música se dio desde pequeño, estudiando violín con el párroco del pueblo, después guitarra, lo que le permitió descubrir lo mismo música clásica local que de otros famosos europeos, como Franz Schubert, Johann Sebastian Bach o Ludwig van Beethoven, para luego, durante un viaje a Tucumán conocer las sonoridades propias que lo cautivaron.

 

Sin embargo, la prematura muerte de su padre lo convirtió pronto en cabeza de familia y lo obligó a desempeñar diversos oficios y fue así como conoció al hombre de su tierra, con sus angustias y sus esperanzas; con sus realidades y sus sueños; con todo lo que luego habría de nombrar y cantar incomparablemente.

 

A los 19 años compuso su canción “Camino del Indio”, que acabó convertido en un himno de la indianidad.

 

Fue en tierras entrerrianas donde el poeta cantor se tienta en revolucionarias aventuras que le significan una arriesgada huida a caballo, su permanencia en una isla ocultándose de la persecución policial y la experiencia de cruzar el río huyendo hacia el primer exilio en la República Oriental del Uruguay.

 

País en el que se mantuvo tocando y cantando en bibliotecas y escuelas y en donde quizá haya conocido a un extraordinario poeta oriental con quien compuso memorables obras del cancionero universal, Romildo Risso.

 

Mientras tanto, aficionado a la etnología y a la antropología, en 1949, en su afán de aprender acompañó al profesor Alfred Métraux -etnólogo francés- en sus estudios por la provincia de Salta, estudiando la vida de los chiriguanos, ingresando a Bolivia por Tarija, andando y andando… siempre andando. Excursiones que no distrajeron su vocación artística, sino la acentuaron y enriquecieron su mundo folclórico.

 

De regreso a Buenos Aires, actúa nuevamente en Radio y firma contrato con el sello discográfico Odeón en el que permanecerá durante más de 40 años.

 

En 1952 se apartó definitivamente de la política partidista, aunque no de su compromiso con la gente.

 

Antes, en 1947 había publicado su novela “Cerro Bayo”, que años después se tomaría como guión para la película “Horizontes de Piedra” con música y papel protagónico del propio Yupanqui. Este filme obtuvo el Primer Premio en el Festival de Cine Karlovy Vary de Checoslovaquia en 1956 a la mejor película y a la mejor música.

 

En 1949, Yupanqui nuevamente desembarca en Uruguay, la libre tierra oriental que conociera en su época entrerriana.

 

Para 1989, un importante centro cultural de Francia, la Universidad de Nantere, solicitó a Yupanqui la creación de la letra de una Cantata para conmemorar el Bicentenario de la Revolución Francesa.

 

La pieza titulada “La Palabra Sagrada” (Parole Sacree), fue estrenada ante altas autoridades francesas, siendo la obra, no una recordación del hecho histórico sino, más bien, un homenaje a todos los pueblos sometidos que se liberan.

 

Antes, en 1965, había publicado su libro poético-autobiográfico “El canto del Viento”, por el que desfilan en un inventario vital y sugerente, los hombres y los paisajes que fueron modelando el universo yupanquiano, añade la biografía.

 

Sin que importe ubicar con precisión cronológica la fecha de su creación, “El Payador Perseguido” es si duda uno de los momentos más altos del compromiso poético y musical de Yupanqui, recuerda el texto que detalla con amplitud el andar del músico cuya voz calló el 23 de mayo de 1992, en Nimes, Francia.

 

Sus restos llegaron a la Argentina el 8 de junio del mismo año, siendo recibidos por un puñado de inconsolables amigos.

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