El déficit comercial de México por más de 51 mil millones de dólares durante 2012 parece decirlo todo sobre la actual relación comercial entre México y China. Si la relación comercial fuera un partido de fútbol se podría decir que en la última década China le ha ganado a México todos los partidos por goleada.
No es exageración. China le vendió el año pasado a México casi 57 mil millones de dólares principalmente en productos manufactureros que van desde pantallas planas hasta cables de corriente eléctrica. Y nuestro país solo exportó a China poco más de 5 mil 700 millones de dólares, de los que una tercera parte (33%) de ésas ventas fueron minerales de cobre, plomo y aceite de petróleo.
Pero esta muy desequilibrada relación comercial no siempre fue así. Hace 22 años, en 1990, por cada dólar que México le vendía a China en productos, el gigante económico global en ciernes en aquella época, exportaba a México 1.76 dólares. Dos décadas después ese intercambio es de 1 a 10 dólares.
Por eso la relación comercial entre México y China solo se puede calificar de ‘desastrosa’ para México, un verdadero fracaso de estrategia de la política comercial de los gobiernos en las últimas dos décadas.
Revisar esa relación comercial era un asunto urgente para el gobierno mexicano y así se planteó en abril pasado cuando Enrique Peña Nieto visitó China y Hong Kong. Y es que no se puede diseñar ninguna estrategia económica de largo plazo sin que una economía del tamaño de la mexicana, con una interrelación profunda con Estados Unidos, considere seriamente en sus planes a la mayor potencia económica del mundo emergente, a la más dinámica y a la primera potencia comercial del orbe.
El déficit comercial mexicano con China solo se explica por el enorme superávit comercial que tiene México con Estados Unidos que el año pasado superó los 102 mil millones de dólares. Una cifra que revela no solo la gran dependencia de la balanza de pagos mexicana del vecino del norte, sino también la fragilidad comercial y financiera del país ante las decisiones de políticas públicas estadounidenses.
Mirar a China no es una opción para el gobierno mexicano en una economía global en la que China ya es el mayor receptor y emisor de capitales del mundo. En 2010 China invirtió 15 mil millones de dólares en América Latina y poco más de 10 mil millones de dólares en 2011 en inversión directa. De esos montos México recibió 14.4 y 21.3 millones de dólares en 2010 y 2011, respectivamente, según cifras de la Secretaría de Economía. El año pasado la inversión directa de China en México fue de 73.8 millones de dólares, el 0.6% del total de la inversión extranjera directa que llegó al país.
La visita del presidente chino a México que hoy inicia, da indicios alentadores de que ésta relación comercial y de inversión tan desfavorable al país puede comenzar a cambiar dejando atrás la falacia de los eternos enemigos por el mercado estadounidense.
El gobierno chino sabe que el territorio mexicano es una plataforma de lanzamiento para un mercado del tamaño de sus exportaciones; y el gobierno mexicano debe ver esa coyuntura como una oportunidad para nuevas inversiones y para un intercambio comercial menos injusto.