ESTAMBUL. Cientos de miles de trabajadores públicos y profesionales liberales se unieron hoy en toda Turquía a las protestas populares, que se saldaron con choques con la policía en Ankara, en la sexta jornada de unas manifestaciones que han dejado ya tres muertos y más de cuatro mil heridos.
En una jornada de huelga y marchas convocadas por varias federaciones sindicales y colegios profesionales, decenas de miles de personas desembocaron en la plaza estambulí de Taksim, símbolo de las protestas, y en la de Kizilay, en el centro de Ankara.
Allí, en la capital del país y sobre las 16:00 horas (local), varias horas después de terminar la marcha sindical contra el Ejecutivo del primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, la policía utilizó cañones de agua y gases lacrimógenos para disolver la concentración.
“Puedo decir que medio millón de personas ha estado hoy en huelga. Los pasillos de los hospitales han estado vacíos, las clases han estado vacías”, declaró Ismail Hakki Tombul, secretario general de la Confederación de Sindicatos de Trabajadores Públicos.
Sobre cómo puede acabar esta ola inédita de protestas en la última década en Turquía, aseguró: “Queremos que termine de forma pacífica. Si la policía no interviene, no habrá ningún problema”.
En un intento de rebajar la tensión, el viceprimer ministro turco, Bülent Arinç, recibió a los miembros de la llamada “Plataforma de Solidaridad con Taksim”, el grupo que inició las protestas para defender el parque Gezi, en Estambul, de los planes de construcción de un centro comercial.
Esta plataforma ha coincidido con los sindicatos en solicitar al Gobierno que detenga el plan de destrucción del parque, prohíba a la policía el uso de gases lacrimógenos, ponga en libertad sin cargos a los detenidos y elimine las limitaciones al derecho de reunión.
Asimismo, pidieron que rindan cuentas los responsables policiales de la violenta represión de las protestas en sus primeros días.
Por quinto día consecutivo, miles de personas han seguido acampadas en el parque Gezi, dentro de un movimiento que carece de líderes conocidos y que funciona por autogestión, mientras que enormes barricadas levantadas con adoquines, vehículos destruidos y vallas tratan de bloquear el paso a la policía.
Los jóvenes han creado un sistema para repartir comida y agua de forma gratuita y han abierto un ambulatorio atendido por estudiantes de medicina, entre otras iniciativas.
Las protestas, espontáneas y que se expandieron por las redes sociales, comenzaron por cuestiones medioambientales, pero ahora critican el creciente estilo autoritario de Erdogan, que utiliza su mayoría absoluta para imponer leyes sin consenso.
También hoy se supo que las víctimas mortales de las protestas han aumentado a tres, después de que falleciese una persona que llevaba cuatro días en estado de muerte cerebral, según la Asociación Médica de Turquía.
En el lado político, tras las disculpas del Gobierno a través del viceprimer ministro Arinç por el excesivo uso de la fuerza por parte de la policía en los primeros días, Turquía aguarda con expectación el regreso mañana de Erdogan después de una gira por el Magreb.
Las palabras desafiantes de Erdogan antes de emprender viaje avivaron las protestas, al calificar de “extremistas” a los manifestantes y decir que servicios secretos extranjeros estaban detrás de ellas.
Por lo que mañana será un día crucial para conocer si Erdogan va a apostar por la línea de diálogo de Arinç y del presidente turco, Abdullah Gül, o si continúa con su posición de dureza.