Andrés Granier Melo resbaló, provocó que se derramara sangre y finalmente huyó de los medios de comunicación, a su arribo -la noche de ayer- al aeropuerto más importante de México procedente de Miami, tras su auto exilio.

 

Minutos antes de aparecer por los pasillos de la terminal dos del aeropuerto capitalino, Luis Schote -quien se identificó como integrante del despacho de abogados Luengo Creel- aseguró que el ex gobernador de Tabasco era acompañado por su abogado Eduardo, desde el punto donde se refugiaba, los Estados Unidos y que la noche de ayer la pasaría en la capital.

 

Policías auxiliares, Federales y Federales Ministeriales, y guardias de la terminal aérea intentaban ahuyentar a los camarógrafos y reporteros de las cercanías de la salida principal, sin éxito; trazaban una ruta por la que saldría el químico, farmacéutico y biólogo, Granier.

 

Granier apareció, sin hacer filas salió directo a salida principal, lugar donde se encontraban reporteros, camarógrafos, pasajeros y curiosos; los dos guardias que lo esperaban intentaron llevárselo sin que respondiera a la prensa.

 

El tabasqueño respondía, atropellado por su abogado, guardias, policías, reporteros, algunas preguntas de las varias que se escuchaban por todos lados. Un guardia gritaba, desesperado, y solicitaba orden al tiempo que tomaba a Granier Melo de su espalada.

 

Orden, orden, hijos de la chingada! Gritaba. Respeto, respeto para el señor, volvía a gritar; y recibía respuesta: que nos su mensaje, que hable, que nos informe.

 

Granier responde: “Voy a hacer las declaraciones pertinentes ante las autoridades que correspondan, no tengo nada que ocultar” y sigue su camino hacia la puerta número tres donde lo esperaba una camioneta blanca, ya con chofer al volante.

 

Momentos antes, una separación en el piso de la terminal aérea -remozada con láminas- provocó que el ex gobernador cayera al piso por unos segundos; el guardia de civil gritaba, háganse para atrás, háganse para atrás, el caos se vino encima.

 

Al incorporarse Granier, los dos guardias y una decena de policías auxiliares caminaron aprisa para salir por la puerta donde su comitiva lo esperaba ya con el motor encendido.

 

Granier se retiró con su abogado y parte de sus asistentes; al tiempo que el policía auxiliar José López le escurría sangre de su rostro; los reporteros gráficos seguían con sus cámaras los pasos del guardián, pero este corre por los pasillos, cuando uno de sus jefes le advierte que no se deje grabar.

 

Corriendo sube al primer piso para evitar que lo retraten los artefactos de los medios de comunicación, por los mismos pasillos donde hace exactamente un año los policías federales Zeferino Morales Franco y Daniel Cruz García descargaron sus armas de fuego provocando la muerte de tres de sus compañeros.