La beligerancia histórica de la dupla Ernesto Cordero y Javier Lozano está dando buenos resultados: están a punto de llevar al fracaso electoral a su Partido Acción Nacional (PAN) en las elecciones del 7 de julio que ya están a la vista.
El descalabro electoral para el PAN, que ya se presagia en la mayoría de los 14 estados que tendrán elecciones este año, pone a prueba la sobrevivencia de este instituto político que, por lo que se ve, está a punto de “desfallecer” si la guerra interna sigue, como hasta ahora.
Para el 7 de julio la aspiración panista era -era- la de mantenerse en el gobierno de Baja California; mantener, también, las capitales de Puebla y Oaxaca, ganar Aguascalientes y Saltillo y ciudades como Orizaba, Xalapa y Boca del Río en Veracruz, o Huajupan de León, en Oaxaca.
Con excepción de la presunta negociación de Baja California -a cambio de la permanencia del PAN-Gustavo Madero en elPacto por México- pues podría ocurrir que el siguiente sexenio gobierne esta entidad Francisco Kiko Vega (PAN-PRD-Nueva Alianza, Partido Estatal de BC) que enfrenta a Fernando Castro Trenti, del PRI (PT, Verde y PES de Baja California) (El PRD quiere la alcaldía de Ensenada), lo demás está francamente difícil luego de los sainetes.
En todo caso, los representantes de Calderón atribuirán los resultados electorales adversos a Gustavo Madero; bloquearán su intento de reelección en la presidencia del PAN y se harán de la dirigencia nacional panista. Eso quieren.
Suena sencillo, pero atrás hay una larga historia de intrigas, de acusaciones, de discordias, amenazas. El movimiento de recuperación del panismo nacional que encabezan Cordero y Lozano entregará todo su poder y su gloria al artífice de esta crisis: Felipe Calderón Hinojosa.
Fue desde el nombramiento de la presidencia de Acción Nacional cuando el calderonismo comenzó su labor de zapa pues no fue ni Gil Zuarth ni Patricia Flores los que habrían de conducir al partido: sí Gustavo Madero en contra de los deseos presidenciales.
Y a recuperar la dirigencia panista se abocaron las huestes de Felipe Calderón, desde posiciones legislativas que en muchos casos les fueron regaladas, como plurinominales. Son ellos los mismos que llevaron al fracaso a Josefina Vázquez Mota, su candidata; los mismos que operaron durante el gobierno de Calderón como secretarios de Estado o como altos funcionarios de gobierno en subsecretarías y direcciones generales; los mismos que no supieron gobernar al país y que por lo mismo lo llevaron al fracaso y son los mismos que cada día aplaudían o guardaban silencio, ante la feroz lucha de Felipe Calderón en la que morían y morían y morían miles de mexicanos, culpables o inocentes: daba lo mismo.
Sí, son ellos mismos, los que quieren dirigir a su partido para “recuperar presencia política y la presidencia de la República”; son los hombres del ex Presidente. Bonita forma de hacerlo. Su sentido de la política, por cierto, es resplandeciente.
Pero ¿qué Partido Acción Nacional quiere Felipe Calderón? No uno al modo de aquel partido conservador que surge del catolicismo en 1939, el de la democracia cristiana, el del socialcristianismo, el que diseñaron Manuel Gómez Morín, Efraín González Luna, Adolfo Christlieb Ibarrola y Rafael Preciado Hernández.
Sí uno conservador y beligerante. Sí uno que se entiende como representante de la derecha mexicana fuera de la órbita de gobierno, pero falto de negociación y de diálogo, esencia natural de la democracia. Sí un partido de la revancha. Sí un partido de la recuperación a como dé lugar: no importa el lodo en el que se sumerjan, como ya se está viendo.
Gustavo Madero tiene cola que le pisen: su entrega incondicional al Pacto por México, cuya real ganancia es solamente priista, le está costando muy cara. Su condescendencia con actos de gobierno que van contra natura de la ideología de su partido está a la vista. Y su debilidad caprichosa quedó demostrada al nombrar a un coordinador débil en un Senado calderonista que le hace la guerra sin paz y sin tregua.
Mientras son peras o son manzanas, a partir de ya se acordó, un “silencio, que están durmiendo los nardos y las azucenas”: estratégico-electoral.
¿Quién gana con todo esto? El PRI, el PRD; no el PAN. Todos perdemos en una aspiración democrática en donde tanto izquierda fuerte y unida, como derecha inteligente son parte de la opción ciudadana y hoy ambas hacen mucha falta porque no son así.