WASHINGTON. El Senado de EU votará hoy de forma definitiva la mayor reforma migratoria del país desde 1986, la cual abrirá una vía hacia la legalización y eventual ciudadanía de la población indocumentada, además de reforzar la seguridad fronteriza.
Tras una lectura del proyecto de ley ya modificado con decenas de enmiendas, el Senado ha logrado un consenso para proceder a votar el proyecto a partir de las 20:00 horas, según dijo el líder de la mayoría demócrata del Senado, Harry Reid.
Reid hizo el anuncio segundos después de que el Senado aprobase, con 68 votos a favor y 32 en contra, una moción de procedimiento clave que limitó el debate sobre el proyecto de ley. La medida sobrepasó los 60 votos mínimos que requería para que avanzara el plan reformista.
Previamente, el Senado también aprobó otra moción para incluir en el texto final decenas de enmiendas que fueron votadas a lo largo del debate de la legislación.
El Senado aprobó el miércoles por mayoría el incluir en la legislación un "plan de refuerzo" de la vigilancia fronteriza, que aumenta drásticamente el personal y los recursos para impedir el cruce ilegal hacia EU desde México.
El proyecto de ley, producto de intensas negociaciones desde enero pasado por el llamado "Grupo de los ocho" del Senado, abre la vía para la legalización y eventual ciudadanía de la población indocumentada; condiciona la legalización a la seguridad fronteriza, y establece sanciones para empresas que contraten a los indocumentados.
Previo al voto de hoy, los partidarios de la medida reiteraron sus posturas de que ésta es un imperativo moral y económico para el país, mientras que sus detractores, la mayoría republicanos, insistieron en que no frenará futuras olas de inmigrantes indocumentados.
Sin embargo, la reforma migratoria, que es una de las máximas prioridades del presidente Barack Obama para su segundo mandato, cuenta con el apoyo de una vasta coalición de líderes cívicos, empresariales, religiosos y sindicales, que reclaman una solución permanente a lo que consideran como una "crisis humanitaria" en el país.
Con todos los senadores presentes para el histórico voto -algo reservado tradicionalmente a iniciativas de gran envergadura-, la idea de los partidarios de la reforma es que ésta obtenga el mayor apoyo posible y esa demostración de fuerza ejerza presión sobre la Cámara de Representantes, que aún no ha debatido su propia versión de la reforma.
Por su parte, el presidente de la Cámara de Representantes, el republicano John Boehner, dijo hoy durante una conferencia de prensa que ése órgano legislativo entrará en receso la próxima semana y, a su regreso, se reunirá el 10 de julio para analizar los siguientes pasos.
Cuestionado sobre el voto de hoy en el Senado, Boehner insistió en que la Cámara Baja "no va a votar lo que apruebe el Senado: vamos a trabajar sobre nuestro propio proyecto de ley a través del proceso normal, y será una legislación que refleje la voluntad de nuestra mayoría y del pueblo estadounidense".
La Cámara Baja, bajo control republicano desde los comicios legislativos de 2010, se opone en su mayoría a la reforma que debate el Senado, por considerar que ésta no ayudará a frenar la inmigración ilegal ni garantiza la seguridad en la frontera sur.