EL CAIRO. Egipto amaneció con Adli Mansur como presidente interino del gobierno de coalición, con el presidente constitucional Mohamed Mursi confinado en el Ministerio de la Defensa, dos líderes de la Hermandad Musulmana bajo arresto, mientras millones de ciudadanos retornaban a sus trabajos, escuelas y actividades cotidianas. Veinticuatro horas después de vencido el ultimátum del Ejército contra Mursi, el país árabe parecía retornar a una calma que hacía dudar si ahí hubo un golpe de Estado o si comienza una revolución atípica.

 

El paradero del depuesto presidente Mohamed Mursi aún es incierto, algunas fuentes afirman que permanece en el interior del Ministerio de Defensa, acusado de “insulto al poder judicial”, por insistir en permanecer en su cargo durante los últimos minutos del ultimátum que le impuso, a nombre del Ejército, el general Abdel Fatah al Sissi.

 

La fiscalía egipcia formula cargos contra los Hermanos Musulmanes por utilizar fuerza letal, específicamente disparar contra civiles, cuando intentaban defender sus instalaciones. Hoy están bajo arresto los dirigentes de esa agrupación: Mohamed el Beltagui y Mohamed Mahdi Akef, Sobhi Saleh, además de Saad el Kathatni presidente del partido Libertad y Justicia.

 

Mientras, los ciudadanos comentaban el discurso del presidente interino del gobierno de coalición, Adli Mansur -quien presidía hasta ayer el Tribunal Constitucional Supremo-. Su llamado a gobernar para toda la sociedad -incluida la Hermandad- en un gobierno interino de coalición fue muy bien aceptado. “La Hermandad es parte del pueblo y están invitados a tomar parte en la construcción del país, nadie será excluido”, señaló Mansur. Aunque para algunos su promesa de “mantener la Constitución” no fue clara, pues la Carta Magna egipcia se ratificó en la gestión de Mursi pero fue criticada porque fracasó en proteger los derechos de las mujeres y las minorías y fue suspendida por el ejército la noche del viernes.

 

El factor EU

 

Estados Unidos, el país con más influencia en Egipto desde hace más de medio siglo, tuvo dos expresiones hacia el relevo político en ese país. La noche del miércoles, el presidente estadunidense, Barack Obama, manifestó su preocupación por el derrocamiento de Mursi y pidió a los militares que devuelvan la autoridad “a un gobierno civil elegido democráticamente” tan pronto como sea posible.

 

De forma simultánea, dispuso que el secretario de Defensa, Chuck Hagel conversara por teléfono con el hombre fuerte egipcio, el general Abdel Fatah al Sissi. El contenido de la plática es secreto, aunque se sabe que el militar árabe se comprometió a acompañar el actual proceso político de forma pacífica. La influencia del Pentágono en Egipto ha sido determinante en la relación bilateral y hoy parece confirmarse pese a la confusión reinante.

 

Factor Israel

 

Sin embargo, en torno al relevo político en Egipto la única reacción que se conoció desde Israel fue el llamado “al silencio” del primer ministro Benjamín Netanyahu. En una instrucción a sus ministros les hizo saber que no debían manifestarse sobre los acontecimientos en el estratégico y vecino país. “Es un asunto interno de Egipto, muy sensible y por lo tanto seguimos de cerca pero no tenemos intención de intervenir o comentar al respecto”, habría manifestado.

 

Se prevé que la relación bilateral se decida por la actitud del presidente interino Adli Mansur hacia Cisjordania y Gaza. Sin embargo, la acotación de los Hermanos Musulmanes es un aliento para Israel, que ve a ese grupo como su enemigo, ya que brinda todo el apoyo a Hamas.

 

No molesta pues a Israel el relevo de Mursi por Mansur, y confía en que Washington logre acotar el campo de maniobra política del Ejército y que lo confine a sus tareas de seguridad. La incertidumbre en que oscila esta revolución inquieta a Tel Aviv.

El rol del Ejército

 

El regreso de las fuerzas armadas al primer plano de la política egipcia no es, necesariamente, una mala noticia para EU. Los militares egipcios están estrechamente vinculados a sus colegas norteamericanos, de los que reciben dinero, formación e información. Tanta es la proximidad entre ambas instituciones que cuesta creer que el Ejército egipcio actuara sin conocimiento del Pentágono.

 

Invierno económico

 

La situación económica que sacó a los egipcios a la calle en la época de Mubarak se agravó en el régimen de Mohamed Mursi. El déficit fiscal se duplicó, la deuda pública alcanzó el 86% y las divisas se agotaron. Los egipcios carecen de productos de primera necesidad porque ante la falta de inversión para producirlos en el país se importan a precios excesivos. El 25% de la población vive con apenas un dólar y el desempleo aumenta.

 

Los ingresos por turismo cayeron por dos razones: la inseguridad, debido a los ataques de grupos en la frontera con Sudán y en las zonas turísticas y el efecto negativo de la crisis europea en 2012, que es su primer sector de visitantes, seguido del estadunidense y asiático.

 

Mursi no logró concretar un préstamo con el FMI, por cuatro mil 800 millones de dólares que acabaría con los subsidios del pan o el petróleo. Con Mursi, los egipcios tampoco tuvieron pan, a pesar de las sustanciosas donaciones de estados como Arabia Saudí.