Desde hace unas semanas, la radio nacional se ha visto bombardeada por anuncios pagados por el sistema de televisión satelital Dish. En ellos, la empresa anuncia que, muy pronto y gracias a la reforma de telecomunicaciones, los canales de Televisa y Azteca podrán verse en su plataforma.
El recordatorio y la oferta no significan poca cosa. Pese a que Nielsen reporta un incremento notable en la sintonización de televisión por cable, las señales abiertas son aún la primera opción de entretenimiento entre el público mexicano. Incluso, muchos de ellos contratan los sistemas de cable o de DTH para sintonizar señales abiertas con mayor calidad, sin nieve ni perdida de señal.
Hace años, cuando la competencia era entre el monstruo de la televisión satelital norteamericana Directv y la empresa creada por -entre otros- Azcárraga y Murdoch SKY, la balanza se movió hacia el que tenía, en sus contenidos, los canales de Televisa, no sólo el Canal de las Estrellas o el cinco, sino también sus apuestas de televisión cerrada como TELEHIT o Cinema Golden Choice.
La necesidad de contenidos para las empresas de cable es mundial. No obstante, las dinámicas son distintas.
En Estados Unidos, la compañía Tribune compró 19 estaciones locales que se suman a las estaciones que adquiriera en junio pasado y Time Warner sondea la posibilidad de una fusión con Charter, Cablevision y Cox, sus competidores. Todos ellos detrás de Comcast que, hace un bienio, adquiriera a la NBC completa.
Las razones son sencillas: la gente desea una mayor cantidad de canales en sus sistemas. Cada canal significa una erogación mayor de dinero por derechos. Las compañías de cable deben entonces o cobrar más o ganar menos y, esto último, es casi un insulto.
Por ello, fusionarse o morir.
Y, en la jugada, esta internet.
Servicios como Hulu o Netflix han comenzado a remplazar los consumos de televisión por cable y convertirlos en televisión On Demand. Las cableras han encontrado métodos para reconvertir a sus clientes vía el triple play y el encadenamiento de servicios adicionales en tabletas y teléfonos a una suscripción a sus compañías. Algunos dirían que es ganar ganar pero, también, es un cambio importante en el juego.
En México, Azteca, Telmex y Axtel han comenzado a explorar los servicios On Demand con sistemas como Total Play, Claro y Axtel TV. De hecho, el último escándalo mediático de Televisa tiene que ver con el supuesto bloqueo a los anuncios de Axtel en canales de paga.
No es para menos: la competencia viene en grande. Telmex y Axtel han comenzado a mover piezas publicitarias para convencer a los consumidores de ser la mejor opción con promociones y paquetes atractivos en precio y cantidad de canales.
Entre más grande, mejor. Dicho de otra forma, el tamaño sí importa.
Ahora viene el reto mayor, conseguir contenidos diferenciados. Sí, esos que den el valor agregado de la empresa que, además de tener los canales tradicionales, abiertos y premium, dé un pilón que haga al consumidor preferirlo más allá del precio. Algo parecido a Netflix y sus series como House of Cards y Arrested Development.
Para ello, deberá haber una inversión en talento humano y en opciones distintas. Bloomberg está en ello con la invención de su canal de noticias, así como Grupo Imagen y la reinvención de otros espacios. Es el preparativo para la nueva oferta que va más allá de la tercera y cuarta cadena.
Oferta que, seguro, escucharemos una y otra vez en la radio.