WASHINGTON. Recientemente se reveló que la Agencia de Seguridad Nacional (NSA, por sus siglas en inglés) mantiene una amplia red de espionaje a sus ciudadanos a través de empresas y gigantes tecnológicos que maneja millones de datos de sus usuarios.
Pero ¿cuánto valen las conversaciones privadas de los ciudadanos? Depende de la tecnología que se utilice, pero puede llegar a ser una fuerte suma que va directamente hacia las empresas poseedoras de datos.
El espionaje es pagado con dólares de los contribuyentes, pero con escasa supervisión pública, las tarifas de vigilancia que cobran en secreto las compañías tecnológicas y telefónicas varían enormemente.
AT&T, por ejemplo, cobra una “tarifa de activación” de 325 dólares por cada escucha telefónica y 10 dólares diarios para mantenerla. Empresas más pequeñas como Cricket y U.S. Cellular cobran unos 250 dólares por escucha.
¿Pero cuánto cuesta espiar a un cliente de Verizon? El gobierno debe pagar 775 dólares el primer mes y 500 dólares cada mes subsiguiente, según revelaciones del sector al representante demócrata por Massachusetts Edward Markey.
En cambio, los correos electrónicos obtenidos por la NSA, por medio del programa que sacó a la luz el ex analista de la CIA, Edward Snowden, probablemente resultaron gratuitos o muy baratos.
Facebook dice que no le cobra al gobierno para darle acceso. Microsoft, Yahoo y Google se niegan a revelar cuánto cobran, pero la Asociación Nacional para la Defensa de los Derechos Civiles (ACLU, por sus siglas en inglés) descubrió que el gobierno obtiene los correos por 25 dólares, aproximadamente.
El sector dice que no obtiene ganancias de los cientos de miles de pedidos que recibe del gobierno cada año, y los grupos defensores de las libertades quieren que las empresas cobren.
Temen que la vigilancia le resulte demasiado barata al gobierno a medida que las compañías automatizan sus sistemas. Y si lo hacen gratuitamente, ¿eso no alentaría la vigilancia innecesaria?
Pero los defensores de la intimidad quieren que las compañías revelen cuánto cobran y avisen a sus clientes cuando descubren que sus comunicaciones están siendo monitoreadas.
“No queremos que la vigilancia se convierta en una fuente de ganancias”, dijo Christopher Soghoian, principal experto en tecnología de la ACLU. Pero “siempre conviene cobrar un dólar. Crea fricción y crea transparencia” porque deja un rastro que se puede rastrear.