En medio del debate y las historias de penumbras que pasan los mexicanos en Estados Unidos, inspira conocer a connacionales que han sido capaces de cumplir su propio “sueño americano”.

 

Rolando Herrera migró de su pequeño pueblo, El Llano, Michoacán, junto con toda su familia, ya que su padre tenía trabajo en un viñedo. Empezó como muchos, trabajando como lavaplatos en el famoso restaurante Auberge Du Soleil de Napa Valley. Después sería un cocinero de línea y a los 17 años su vida se transformó, cuando empezó a trabajar como albañil en Stag’s Leap, un reconocido viñedo. Después el dueño del viñedo, Warren Winarski, le ofrecería un trabajo en la cosecha, con la condición de que tendría que ir a la escuela por las mañanas.

 

Cuando platicas con él, lo primero que percibes es el amor por su vino y la pasión con que lo hace. Es un hombre sencillo, pero que se ha aventado a aprender, a invertir y tomar riesgos cuando la situación lo amerita. Cuenta que se empezó a empapar en el mundo del vino, mientras limpiaba los pisos en los almacenes de los viñedos. Sin embargo su vida no ha sido fácil y muchas veces pensó en tirar la toalla.

 

Durante 20 años de trayectoria se dedicó a escalar en el mundo del vino. Trabajó en las bodegas de Stag’s Leap siete años como maestro bodeguero, después en Chateau Potelle, como asistente de producción, en Vine Cliff como vinicultor y en Paul Hobbs como director de producción vinícola. Dice que a través de los años ha aprendido a disfrutar el proceso de elaboración del vino, pero le queda claro que para hacer un buen vino se requiere de un gran respeto y cuidado por los detalles.

 

Mientras platica sobre su historia personal, es evidente su gran pasión. Afirma que para elaborar un gran vino, tienes que verlo como si fuera la creación de una gran obra de arte. Esto lo motivó a que en su tiempo libre empezara a elaborar el suyo, empezando por la cepa Chardonnay. Con sus ahorros, compró cuatro toneladas de uvas de su suegro, quien era dueño de un viñedo. Después rentó las instalaciones para estrujar las uvas él mismo. Su idea era controlar todos los aspectos del proceso de elaboración. Inicialmente tenía la intensión de vender los 18 barriles al mercado de mayoreo, donde otros viñedos compran el vino para vender bajo su marca o para incorporarlo en “blends”. Sus amigos, al probar el vino, lo convencieron de no hacerlo y embotellarlo bajo su marca: así surgió Mi Sueño (www.misuenowinery.com). Mientras trabajaba como consultor para diferentes viñedos, seguiría trabajando en consolidar su marca. En 2011, rentó un almacén que cinco años más tarde compraría y además empezó a arrendar tierras para producir 90% de las uvas que requiere su bodega. Hoy produce ocho mil a 10 mil cajas al año, las cuales son vendidas en su mayoría dentro de Estados Unidos.

 

Al preguntarle como lo logró, confiesa que le apostó todo a su nuevo negocio, endeudándose y poniendo todo lo que tenía. Pasó muchas noches sin dormir, preguntándose si podría sostener a su familia y si podría consolidar su proyecto. Sin embargo, asegura que cuando uno encuentra algo que lo apasiona, si uno se aplica y dedica, aunque no sea un camino fácil, es posible llegar más lejos de lo que uno se había propuesto. Dice que no puede creer lo que le ha dado la vida.

 

Le pregunto si hay más mexicanos que han logrado cumplir el “sueño americano”. Comenta que actualmente un grupo de mexicanos-americanos han formado una asociación llamada el “Napa Sonoma Mexican American Vintners Association (MSMAVA) (www. nsmava.org), en la que buscan consolidarse como un gremio, pero también promover sus productos.

 

Dice que para los mexicanos trabajadores, el futuro es brillante. No se trata de sólo contratar mexicanos para trabajar en sus viñedos, sino de encontrar gente que esté comprometida y quiera trabajar durísimo. Uno de estos mexicanos es Rogelio Morales, a quien también tuve el gusto de conocer. Oriundo de Michoacán, de un pequeño pueblo llamado Periban de Ramos, promueve su etiqueta Volcán Cellars (www.volcancellars.com), un joint venture con Rolando Herrera.

 

Degustamos sus vinos, mientras continuamos platicando. Los vinos están bien armados y se nota la buena mano. Sin duda es inspirador ver que los sueños se cumplen, pero para lograrlos, hay que trabajar duro y creer en uno mismo.

 

Espero que tengas un maravilloso día y recuerda ¡hay que buscar el sabor de la vida!