Guardiola estornuda y el equipo Barcelona se desmotiva; en catalán y frente a periodistas alemanes, el creador de la magia patentada bajo su apellido, tuvo que decir con claridad que tiene malas relaciones con el actual presidente del Barcelona, Sandro Rosell. Que se distanció de las Ramblas seis mil kilómetros para que lo dejaran en paz. Y ni así logró que, según él, le montaran un chisme que involucra a tres personajes activos del Barcelona: Messi, Neymar y Vilanova. Guardiola declaró que sería incapaz de representar un guión absurdo publicado por un periódico brasileño; Guardiola recomendando al padre de Neymar dejar a un lado la oferta del club catalán por incapacidad de su sucesor Tito Vilanova de articular una estrategia de juego que contemple a las dos figuras del momento: Messi y Neymar.

 

Los sentimientos son los únicos en describir con lucidez a los dramas. Así, el guión de la tragedia se compone por el presunto desdén de Guardiola hacia el cáncer de Vilanova. Fue en Nueva York cuando los supuestos amigos se volvieron a encontrar. Guardiola saliendo de clases de alemán y Vilanova ingresando al hospital. Para la mano que toca el balón, Guardiola no fue el suficiente número de ocasiones al hospital. Enfurecido, Guardiola dijo que sí lo visitó, y si no lo hizo con frecuencia, fue por razones metafísicas, imposibles de racionalizar.

 

Tenemos algunas pistas para tirar a gol a la portería defendida por Shakespeare.

 

Supimos que Guardiola se molestó con Ibrahimovic el día en que Zlatan tuvo la intención de eclipsar a Messi. Intención, repito. Guardiola, furibundo, reunió a la plantilla para decir que sol sólo hay uno. Y que a Messi nadie le puede restar un gramo de protagonismo. Así fue la despedida de Zlatan del equipo blaugrana. Samuel Eto’o tragó camote y a los pocos meses pidió aumento de sueldo. Le molestaba que Messi ganara más que él. Guardiola, sin pensarlo, prescindió de él. Pero como Eto’o es un hombre de voluntad, logró ganar un salario superior al de Messi, pero en Rusia, en un equipo misterio llamado Anzi Majachkalá.

 

De ahí saltamos al 2013, el año en que se cruzarán dos planetas poderosos en la cancha del Camp Nou: Messi y Neymar.

 

Suponemos que, para ser consistentes, Guardiola no le hubiera pedido a Rosell la contratación de Neymar. No hay necesidad de retar a Messi. El astro argentino lo sabe y en estos momentos, quizá, se lamenta que Guardiola, su protector, no se encuentre en el banquillo del Barcelona.

 

Por un momento dejemos a Guardiola, y concentrémonos en la posible angustia de Messi. Tener a un jugador in-di-vi-dua-lis-ta junto a él, ¡y brasileño!, es algo similar a la siguiente manipulación de tiempos en un solo imaginario: Hugo Sánchez compartiendo delantera con el estadunidense Landon Donovan en el Real Madrid. Por fortuna para Messi, la diplomacia del futbol jugará a su favor. Sabemos que para millones de argentinos, Messi tiene pasaporte catalán (sueño real -porque los sueños son siempre reales- de los independentistas de Esquerra Republicana); no lo quieren porque no inspira en Boca o en cualquier estadio argentino. Así que, por designios del choque entre las civilizaciones de los balones brasileño y argentino, Messi no es argentino. Ahora todo cambiará. En el momento en que Neymar no le pase el balón a Messi por estar éste en cómoda posición, entonces los argentinos señalarán al jugador brasileño como el culpable de quitarle gramos de brillo al suyo, al argentino. De ésta manera, Messi por fin podrá tomarle la llamada a Cristina Fernández (como el Papa). Es la diplomacia del futbol.

 

Regresando con Guardiola, sus estornudos tienen como origen la alergia Rosell. Para muchos rosellianos, el hoy entrenador del Bayer Múnich, tiene envidia de la mala (como si existiera la buena) porque la delantera del Barcelona se convertirá en el monopolio de la felicidad. Y en tiempos canallas, la felicidad es la única salvación.

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