El jueves primero de agosto fui invitado por la diputada local Dione Anguiano a moderar el 3er. Encuentro-Debate con Jóvenes sobre el consumo de mariguana en México. Desde el título ya podemos esperar una fuerte polémica.
Una noche antes, durante la reunión mensual de consejeros que honran con su experiencia y prestigio a nuestra institución, mencioné que estaría en el evento, lo que inició (como pueden adivinar) un debate nutrido e inteligente a favor y en contra.
Como en esos dos momentos, considero que esta discusión es uno de los principales temas que debemos tratar en la Ciudad de México.
A diferencia de otros estados de la República, nuestra Ciudad ha dado pasos definitivos para darle certeza jurídica a derechos sociales que hoy son prueba de que vivimos en una capital de libertades.
Y una ciudad de libertades debe debatir cualquier idea o propuesta, respetando siempre a quienes están a favor o en contra de la misma.
Hasta el momento, tengo más preguntas que respuestas sobre la legalización de las drogas. Es innegable que la violencia, la inseguridad y el costo social y económico que provoca una forma errónea de combatir los delitos contra la salud, ha empeorado las condiciones de vida en varios estados del país. Tanto que ahora hablamos de la legalización como alternativa.
En la Ciudad de México, mientras tanto, gozamos de una situación diferente a la mayoría de los estados ante este problema por más que se diga lo contrario. Pero esta estabilidad requiere de una colaboración estrecha y permanente entre ciudadanos y autoridades que nos permita vivir tranquilos pero nunca pasivos.
Es difícil anticipar la ejecución de una eventual despenalización sin un debate público y de cara a los ciudadanos, que contemple el impacto que pudiera tener una decisión en este sentido, porque a la fecha no tenemos un caso de éxito en la despenalización.
Es más, no existe una relación directa entre legalización y baja en los delitos y violencia relacionados con el tráfico de drogas.
No obstante, tampoco podemos afirmar categóricamente que la ruta debe seguir siendo la del combate policiaco o militar en contra de las organizaciones que producen y comercializan drogas de manera ilegal y/o que se castigue a los consumidores.
Por ello, desde el punto de vista de lo que hemos aprendido en el Consejo Ciudadano, son dos los factores que debemos cuidar cuando se trata de modificar hábitos o conductas que no nos ayudan a mejorar nuestra calidad de vida.
El primero es la generación de confianza, reducir la brecha de desconfianza que existe. Desconfianza en autoridades, en la política, en los partidos, en las instituciones públicas y privadas, y peor, hasta en nosotros mismos como sociedad.
Para que una prohibición o una legalización funcionen, todos debemos estar de acuerdo en respetar y acatar la decisión de la mayoría. Esto se traduce tan simple y sencillo en que la sociedad acepta o rechaza un comportamiento, lo que es realmente el empoderamiento ciudadano.
Casos de éxito en la Ciudad de México: la Ley de no fumadores y el alcoholímetro, que funcionan más por la aceptación y/o rechazo de la sociedad, que por la cantidad de reglas e inspectores que puedan existir para hacer que se cumplan.
Ese cambio de conducta social es el que verdaderamente deben perseguir las decisiones que tomen las autoridades y los legisladores sobre este tema.
No es un asunto menor. Se trata de legalizar sustancias cuyo abuso genera consecuencias nocivas, violencia, y un costo económico, médico y social para la sociedad y los estados. Sé que un argumento a favor es que el consumo irresponsable de casi cualquier cosa representa el mismo peligro; aunque mi respuesta es que para casi cualquier cosa tenemos un sistema de producción, distribución, venta y consumo que, con sus fallas, funciona con varios años de regulaciones, lo que permite que se afine y perfeccione. En este caso, iniciaríamos de cero pero con intereses creados muy fuertes en contra y a favor, tanto de organizaciones legales, como de aquellas dedicadas al delito.
Pero el primer paso es justo lo que estamos haciendo ahora, lo estamos dialogando. Sin juzgar al usuario de cualquier droga, es fundamental que tengamos una perspectiva siempre muy enfocada que genere más beneficios que problemas.
No debemos perder de vista que, triste o afortunadamente, somos aún un país productor y distribuidor, pegado al mercado más grande del mundo.
El segundo factor es la participación ciudadana. Estamos obligados a debatir este tema con absoluta transparencia y sinceridad, a pensar en todas las posibilidades que podemos enfrentar en un proceso de legalización y a marcar claramente los límites jurídicos, que permitan ese cambio de conducta que nos lleve a vivir en una mejor Ciudad y país y evitar errores y malas estrategias para resolver un problema que puede convertirse en una caja de pandora.
Luis Wertman Zaslav | @luiswertmanzaslav | @elconsejodf
Presidente del Consejo Ciudadano de la Ciudad de México