“Esto está muy enredado…”, soltaba el ex gobernador chihuahuense Patricio Martínez tras cruzar la puerta donde sus compañeros, los senadores del PRI, analizaban qué hacer.

 

Pasaban ya de las dos de la tarde. En la Cámara de Diputados aún no había visos de poder instalar la sesión de Congreso General. Cientos de maestros de la CNTE mantenían el cerco a San Lázaro, aun cuando, a eso de las seis de la mañana, retiraron de la Gaceta la discusión sobre la ley del Servicio Profesional Docente.

 

Los senadores -a la espera de un desenlace- se refugiaron en su propia sede (Reforma e Insurgentes). Ahí no había problema para entrar o salir, pero sí andaban todos -por distintas razones- en intensas negociaciones y amagando con reventar todo lo que encontraran a su paso.

 

Cuarenta y seis senadores perredistas y panistas-corderistas se reunieron desde las 12 del día para definir qué hacer ante los acuerdos “cupulares” que “se planearon y pactaron desde fuera” en torno al IFAI, el Servicio Profesional Docente y los comisionados del Ifetel y la Cofeco.

 

Ernesto Cordero y Miguel Barbosa en esos momentos estaban ya seguros de que sus líderes nacionales (Gustavo Madero y Jesús Zambrano) habían avalado en la Mesa del Pacto por México los temas citados a sus espaldas y sin consultarlos. Así que se propusieron presionar a sus propios líderes para retirar los temas de la discusión en el periodo extraordinario, o de plano evitar que se instalara el periodo extraordinario.

 

Roberto Gil, Jorge Luis Lavalle, Manuel Camacho, Mario Delgado y varios senadores más hablaron en esa reunión a puertas cerradas. La decisión de los 46 senadores -según ellos mismos expresaron- tenía un objetivo fundamental: Enviar el mensaje político de que los acuerdos se tienen que construir en el Congreso.

 

Terminado el encuentro y tomada la decisión, perredistas y corderistas se repartieron el trabajo. Unos fueron a platicar con Jorge Luis Preciado (para sumar a los otros panistas) y otros con Manuel Bartlett (para atraer al PT).

 

Los priistas, entre tanto, hacían tiempo para medir la situación y alcanzar acuerdos por fuera.

 

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ÉCHENLE LA BRONCA A MANCERA.- Pasaban las horas y en la Cámara de Diputados no se llegaba a un acuerdo con los maestros para que despejaran el terreno. Pero tampoco parecían tener prisa en definir y trasladarse a una sede alterna para instalar la sesión de Congreso General. Sesión obligatoria para que después cada Cámara pudiera desahogar sus propias sesiones.

 

¿Por qué la tardanza en definir la sede alterna? Bueno, los priistas estaban tercos en que debían sesionar en San Lázaro y punto.

 

¿Cómo, si estaban sitiados por la CNTE?

 

La respuesta se la escuchamos a varios de ellos: ¡Échenle la bronca a (Miguel Ángel) Mancera, después de todo los maestros son perredistas. Que se retire la Policía Federal y que él enfrente a los maestros!

 

El senador Raúl Cervantes mencionaba, en cambio, otra razón para no haberse movido ya a una sede alterna: Que la Cámara de Diputados –a diferencia del Senado que sí cuenta con las antiguas instalaciones de Xicoténcatl- no tenía acreditada una sede alterna.

 

Otra razón que escuchamos en esas horas de incertidumbre antes de la instalación de la sesión del Congreso fue que el impasse se debía a las negociaciones extra legislativas que se estaban llevando a cabo entre los integrantes de la Mesa del Pacto. Es decir, entre las cúpulas del PAN, del PRD y del gobierno de la República.

 

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NO PASARON LA PRIMERA RONDA.- La presión de panistas y perredistas sobre la agenda del periodo extraordinario surtió efecto. Para cuando se anunció finalmente que la sesión de Congreso general se instalaría en el edificio nuevo del Senado –cosa que ocurrió hasta las siete de la noche-, se informaría también que se retiraban de la discusión del extraordinario la Ley del Servicio Profesional Docente y la designación de los comisionados del Ifetel y de la Cofeco.

 

Como en las escuelas, se mofarían Cordero y Barbosa por aquello de que les acusan de obstruccionistas: Se quisieron ir al extraordinario en vez de pasar sus exámenes en la primera ronda.

 

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