BEIJING. En China es imposible hacer uso de redes sociales como Twitter o Facebook. Un mensaje de error o el congelamiento de tu computadora recibes como respuesta cuando intentas entrar.
FaceTime tampoco funciona como debería y Google es un dolor de cabeza, pues difícilmente abre rápidamente el servicio de correos electrónicos o tus archivos del Drive.
A pesar de tener redes más rápidas que las de México, y más baratas, la comunicación no fluye plenamente a través de los canales que conocemos en América. El equivalente a las plataformas de Zuckerberg y Dorsey en esta nación se llama Weibo.
De entrada, debes saber que todos tus movimientos son vigilados por el gobierno. Acá no es un escándalo ser espiado. Es una condición.
Advertencia
Yang Xiuyu, fundador de la empresa Erma, y su empleado Qin Zhinhui, fueron arrestados la semana pasada, acusados por las autoridades chinas de esparcir rumores en Weibo para atraer seguidores.
Uno de los mensajes que generó ira entre los usuarios de esta red social decía que la familia de un extranjero había recibido más de 32 millones de dólares de compensación por la muerte de su familiar en el accidente del tren bala de 2011.
El rumor fue retuiteado (si esa es la palabra correcta) más de 12 mil veces en dos horas, generando todo tipo de comentarios negativos contra el gobierno.
El gobierno de chino dio varios ejemplos de rumores y dijo que continúa su campaña contra este tipo de mensajes en internet, pues advirtió que los ciudadanos deben tener en mente los “principios morales básicos” y evitar que la “falsa información” suene a realidad en la red.
Una interpretación judicial de los rumores online será publicada pronto. La advertencia es clara y se repitió como la historia de dos mentirosos en todos los medios masivos de esta nación.
Chengguan
El lunes de la semana pasada Mike Tyson abrió una cuenta en Weibo y preguntó: ¿Quién es el mejor peleador de China?
Chengguan, fue la respuesta de las masas.
Chengguan es como se conoce a los agentes que aplican las leyes urbanas, con una reputación de brutalidad sin igual.
“¿Quién es Chengguan?”, preguntó el boxeador estadunidense. “Nunca he escuchado hablar de él”.
Otro mensaje después: “Muchos hablan de Chengguan como un gran peleador. Todavía no tengo ni una pista de él”.
El martes por la tarde, Tyson tenía unos 80 mil followers en Weibo y una polémica abierta en torno a su primera pregunta.
Una respuesta que recogió el China Daily:
“En Estados Unidos tú peleas legalmente en el ring contra otros rivales. Chengguan pelea contra otros legalmente en las calles de China”.
El China Daily recuerda que el uso excesivo de la fuerza de los agentes del Chengguan regularmente atrae la atención de los medios masivos chinos.
Como el mes pasado, cuando Deng Zhengjia, un vendedor de sandías de 56 años, murió en Hunan, después de enfrentar al Chengguan.
Las autoridades niegan que le hayan pegado en la cabeza con una barra de metal hasta dejarlo sin vida en el suelo, como alega su esposa.
“Si quieres realmente retar a nuestro Chengguan, simplemente trata de vender tus hamburguesas americanas en nuestras calles”, le recomiendan en Weibo a Tyson.
Monitoreados
El Global Times recuerda que los anunciantes podrán beneficiarse con los Google Glass, pues varias aplicaciones se están desarrollando para averiguar cuántos ojos se posan sobre cierta publicidad callejera, en periódicos, revistas o cualquier medio de exposición masiva.
Bajo un contrato de pay-per-view, los anunciantes podrán saber el impacto de sus comerciales y decidir cuál es su mejor estrategia. Además, podrán medir el estado emocional de las personas a través de la lectura de la dilatación de sus pupilas.
“Suena cool, pero también parece que es una cosa horrible al mismo tiempo”, dice un usuario de Weibo al periódico de Beijing. “No estoy seguro de que quiera que Google Glass detecte mi estado emocional”.
El usuario de la red Weibo agrega:
“¿Quién quiere pagar mil 500 dólares para ser monitoreado? Google ha ido demasiado lejos”.
Demasiado lejos, igual que China y Weibo, o Estados Unidos y Facebook y Twitter, solamente que no nos queremos dar cuenta de ello, sin importar en qué parte del mundo estemos parados.