Nos encontramos en la época en la que la graduación de la realidad ocurre en las redes sociales. Con el ascenso del imperio de la televisión supimos de la existencia de otra realidad. Se trataba de una realidad más convincente y sobre todo más estética que la realidad sin adjetivos. Uno de los hospitales-catering de la imagen fue MTV. Desde esa frecuencia, Britney Spears le transfirió vitalidad y juventud a Madonna a través de un buen beso. Sucedió en el MTV Video Music Awards 2003. Cristina Aguilera también participó en el agasajo. Al año siguiente, pero en un canal abierto, CBS, la cantante Janet Jackson estelarizó el performance del seno descubierto durante el medio tiempo del Super Bowl. El guión, es decir, la ficción, nos indicó que todo se debió a un lamentable incidente. Las miradas intentaron seguir al modisto que diseñó, a la medida, el sorprendente traje de la cantante, pero un mal control de crisis hizo que castigaran con una multa a la cadena de televisión. A partir de ese momento, al tiempo real le agregaron 10 segundos, los suficientes para censurar posibles performances pícaros. En efecto, desde aquella anécdota ya no supimos si los eventos En Vivo en realidad estaban ocurriendo frente a los ojos de los televidentes o eran simples refritos de antaño. Tampoco sabíamos lo que nos esperaba con las redes sociales ni nos imaginábamos que el verdadero tiempo real se sacudiría del robo de los 10 segundos.

 

El paradigma de la televisión abierta y cerrada como parte de una estrategia de control discrecional funcionaba. Pero a todo minuto le llega el segundo número 60. Debemos de reconocer que el tiempo real se ha convertido en tiempo hiperreal gracias a las redes sociales: una especie de HD de la credibilidad. Es parte de la realidad el conjunto de tuits que uno lee en la pantalla del teléfono pero es hiperreal si junto al mensaje aparece una fotografía o un video.

 

Mencionaré tres ejemplos: las redes sociales imprimieron fuerza bruta a la imagen que emitió MTV el domingo por la noche. El baile erótico de Miley Cyrus fue una cirugía anti Hannah Montana. El reacondicionamiento de una nueva imagen erótica le dio la vuelta al mundo de las redes sociales. La fuerza de la polémica en la sociedad del apetito por el escándalo de la doble moral certificó que Miley Cyrus se convirtió en una femme fatale en el mundo de la ficción.

 

No hay nada más satisfactorio que sabotear a la realidad. Qatar Airlines comprimió el conjunto de entelequias catalanas en un comercial de televisión (pero que será más observado a través de las redes sociales). En un país llamado Barcelona, el viajero es recibido por Piqué en la aduana del aeropuerto; Messi es un feliz instructor de yoga futbolero; Puyol es una especie de superhéroe encargado de salvar a la población. El posicionamiento de marketing de Qatar Airlines será, muy probablemente, uno de los más potentes de la historia.

 

El tercer ejemplo rompe con el ángulo banal de los dos anteriores. Los videos que se emitieron en redes sociales sobre los niños gaseados en Siria fueron emitidos antes de que los periódicos mostraran las fotografías un día después. Se trataba de la línea roja definida por Washington. A partir de ese momento, la historia se encontró con un punto de inflexión. La historia de la globalización se asimila, siempre, en tiempo real. Lo que sucede en Siria ya fue dicho en videos de pocos segundos pero cargados por una interminable angustia. Es aquí cuando vale la pena recordar el concepto de hiperrealidad. En respuesta, la cuenta @Official_SEA16, cuyo aparente nombre es: SyrianElectronicArmy hackeó a las páginas de The New York Times y de Twitter.

 

Por momentos, parece ser que las redes sociales se han convertido en drogas lúdicas, recreativas. Sin embargo, el caso de los niños sirios, al parecer gaseados, se convertirá en un caso de estudio de múltiples variables.

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