Al parecer, Emmanuel Carrère deriva de la obsesión su pasión por la literatura biográfica, o si se prefiere, Limónov, -extremista por la nación que sólo existió en su imaginación-, ingresa al mundo novelado de un escritor francés de culto. El silogismo es simple, la novela es resultado de la pasión por la imaginación.

 

Carrère ganó el premio Renaudot 2011 con su novela Limónov (Anagrama, 2013). No es un premio cualquiera. Fue creado en 1926 por 10 periodistas y críticos literarios. Quienes nieguen que el periodismo sea un género literario, simplemente ejercen el diarismo o la bitácora de la anécdota. En efecto, como alguien mencionó, los géneros periodísticos sirven sólo para rellenar temarios de carreras universitarias anquilosadas y para provocar críticas. Del otro lado de la moneda, el pensamiento contemporáneo del periodista best-seller no logra asimilar en sus narrativas la jerarquización que realiza el buen editor periodístico.

 

Pues bien, Carrère realiza una concatenación de símbolos que resulta ser, para el lector, un paseo por un mundo decadente y falso; una idea (Limónov) que motiva al deseo de vivir en un mundo inexistente (Limónov): la política de antaño y no en el mundo de la postideología. Es la época de Lenin pero también puede ser la de Abdul Fatah al Sisi o la del mismísimo gas sarín liberado fonéticamente como si se abriera una lata de Pepsi. Guerra de nervios, para una sociedad estresada, genera resultados nada civilizatorios. No es difícil asomarse por la ventana de la novela en la Siria actual con sus 100 mil muertos, cuatro millones de desplazados y 1.9 millones de refugiados. Porciones de veneno para los nervios fueron dosificadas por Sadam Husein en 1988 en contra de kurdos. También supimos del sarín en dos atentados en Tokio, en 1994 y 1995.

 

Eduard Limónov nació en 1943; obseso por la lectura y el alcohol, su memoria deambuló entre la diabólica danza de Lenin, pero vivió la festiva Perestroika de Gorbachov. Años después, al someterse a las pruebas de la racionalidad, Limónov lanza poderosas críticas a la xenofobia y al antisemitismo. Crítico entre críticos de Putin, tuvo un ligero paso por la militancia política a través del Partido Nacional Bolchevique. En Nueva York, pero sobre todo en París, sus obras literarias fueron reconocidas en el segmento underground. Rodeado de una guardia pretoriana entre nemos y punks; entre nacionalistas o nihilistas, podría acercarse a la mansión de Bachar al-Asad para entrevistarlo. Dígame, ¿qué es el poder? ¿Cuál es el punto de partida del caos? ¿La calidad de los organismos internacionales ayuda a desmontar conflictos locales, étnicos, políticos, personales? ¿Qué es el gas sarín? ¿Es acaso el Chernóbil portátil? ¿Nos preocupamos demasiado en el efecto invernadero y dejamos a un lado ese vapor que horas después se transforma en líquido? Descríbame las marcas de las bolsas deportivas que utiliza su esposa. ¿Utiliza internet para comprar el súper en MonoPrix de Fouborg St Antoine en Paris, muy cerca de rue Crozatier en la que un día un par de enamorados se novelizaron para desaparecer en el desasosiego? ¿La química como ideología? ¿La física-política como la retórica que concluye en los 9.8 m/s? ¿Mencióneme los apellidos de sus socios?

 

Ahora que está por llegar Amazon a México, después de siglos de su aparición, valdría la pena echarle un ojo a las obras de Emmanuel Carrère. Nos hemos preocupado por leer demasiada basura para dejar de ser idiotas, y cuando tenemos a Limónov frente a nosotros, lo dejamos en los ánaqueles de la mesa de antigüedades.

 

Hay lecturas que responden a los problemas actuales, o si se prefiere, la literatura como filosofía de vida.

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