JERUSALÉN. Al tiempo que Estados Unidos espera la autorización del Congreso para lanzar una eventual ofensiva militar contra Siria, está en vilo el futuro de dos importantes actores regionales: Israel e Irán.
El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, anunció ayer que está listo para “cualquier posible escenario” y el líder parlamentario iraní, Alaeddin Borujerdi, llamó a Washington a ir por la vía de la solución política en Siria y “no jugar con fuego”.
Algunos advierten que la incursión militar liderada por Washington sería la primera fase de una secuencia, cuyo segundo objetivo sería Líbano y proseguiría contra Irán.
En una reunión ministerial, Netanyahu aseguró que Israel está “en calma y confiado” aunque subrayó que sus enemigos tienen “buenas razones” para no poner a prueba su fortaleza.
A su vez, el líder del Parlamento (Majlis) iraní, Boroujerdi, alertó a la comunidad internacional que, si se desata la guerra, “irá más allá de Siria y hará arder todo Oriente Medio”. Detrás de esas advertencias están décadas de confrontación política entre ambos Estados.
Israel es una superpotencia militar de Medio Oriente, sobre todo por su invencible Fuerza Aérea, desde 1967, cuando Tel Aviv ocupó los Altos del Golán territorio sirio hasta entonces y que aún hoy le disputa Damasco. Al estallar la crisis en Siria, los opositores se han refugiado en esa zona, lo que inquieta al gobierno de Netanyahu, pues teme que los fundamentalistas islámicos vinculados a Al Qaeda, que combaten al presidente sirio, accedan a los arsenales y queden sin control.
Además, como está situado en el corazón de la zona en conflicto y ante una ofensiva occidental contra Damasco, Israel teme ser blanco de represalias por parte de la milicia libanesa Hezbolá.
Ante esa eventualidad, las Fuerzas de Defensa de Israel (como se denomina el ejército de ese Estado) llamaron a sus reservas y aumentaron su defensa aérea en el norte, precisamente en la frontera con Siria y Líbano.
La radio del Ejército israelí confirmó que entre los misiles defensivos están el sistema llamado “Cúpula de Hierro” (Iron Dome) además de los Patriot y los Arrow II de corto, mediano y largo alcance. En todo caso, los analistas advierten que una frontera inestable entre Siria e Israel es el escenario menos conveniente.
En medio de esos preparativos de guerra, la población israelí revive el escenario de 1991 previo a la Tormenta del Desierto, la ofensiva aliada contra Saddam Hussein, y reciben las máscaras antigás que les ofrece el gobierno israelí para protegerse contra una eventual ofensiva con armas químicas.
Irán, el adversario más fuerte de Estados Unidos en Medio Oriente es el aliado estratégico de Damasco, como confirmó el mandatario Hasan Rohani al asumir el cargo hace unas semanas. También sostuvo que Siria es víctima de una confabulación regional e internacional para hacer de esa región un sitio más seguro para Israel.
Esa relación bilateral data de largo tiempo y se afianzó en la década de los ochenta del siglo pasado, durante el conflicto armado de ocho años entre Irán e Irak. Ahí, Siria y Líbano -particularmente la milicia Hezbolá- se pusieron del lado de Irán.
El fin de semana, Lariyani, también presidente del Comité de Seguridad Nacional y Política Exterior del parlamento iraní (Majlis), alertó a Occidente contra cualquier ataque a Siria porque tendría que preocuparse “por su hijo ilegítimo (Israel) en la región.
Entretanto, en Ciudad del Vaticano, el Papa Francisco llamó a una jornada de ayuno y oración por la paz en Siria y el mundo entero para el 7 de septiembre.
Invitó a que los fieles que lo deseen se reúnan, en espíritu de penitencia, para pedir por la paz en la “amada nación siria y todas las situaciones de conflicto”.