BEIJING— El empresario chino Wang Jing, a quien el gobierno de Nicagarua otorgó, una concesión de 50 años por los derechos de construir el canal interoceánico en Nicaragua al que le ha invertido millones de dólares en minas y telecomunicaciones, se niega a revelar cómo se hizo de su fortuna así como el valor de sus empresas actuales.
Lo poco que se sabe de Jing es que estudió medicina tradicional china en Pekín, aunque no quiere decir dónde. Wang era un total desconocido en China hasta en junio, cuando obtuvo los derechos para cavar el canal con un valor de 40 millones de dólares, más de cuatro veces el productor interno bruto del país en el 2011, con el que busca competir con el Canal de Panamá.
Las dudas sobre la procedencia de la fortuna del magnate de 40 años y director ejecutivo de la empresa de telecomunicaciones Xinwei, se propagan y son cada vez más escépticas. Cuando Wang anunció el proyecto en una conferencia de prensa, dijo que ya contaba con inversores internacionales para el proyecto. Pero no dio detalles de quiénes eran, también indicó que el proyecto enfrentaría riesgos políticos, financieros y de ingeniería, pero tampoco habló de los detalles de esos riesgos y añadió que la construcción de la obra comenzaría a fines de 2014 y que sería completado en seis años.
Y ante la insistencia de su identidad, se limitó a decir: “Soy un chino común y corriente. No podría ser una persona más común y más corriente”.
Wang admite que no tenía gran experiencia en el campo de las telecomunicaciones antes de adquirir Xinwei en 2010, y que no ha trabajado en un proyecto de ingeniería tan ambicioso como el que ha prometido realizar en Nicaragua para el que mantiene una actitud entusiasta, pero algunos, dentro y fuera de Nicaragua, se han mostrado críticos con el proyecto, que dicen significará la “pérdida de la soberanía” del país y cuestionan su capacidad de hacerse cargo de un proyecto.
“Con golpes de pecho les prometo que será exitoso”, expresó Jing, usando un refrán popular chino.
El empresario posee una gran fortuna en el mundo de las finanzas, pero no da detalles sobre cómo pudo tener tanto dinero invirtiendo en minas, a tal punto de pagar 16 millones de dólares de su propio bolsillo para poder adquirir Xinwei en 2010. Asegura que no sabe realmente cuál es el valor de su patrimonio porque es difícil calcular el valor de las acciones en ciertos países como Camboya y Tailandia.