RÍO DE JANEIRO. Miles de manifestantes volvieron a salir a las calles en el Día de la Independencia brasileña para mostrar su inconformidad contra la corrupción, el millonario gasto público para los estadios del Mundial 2014 y la falta de mejores servicios públicos, lo que dejó un saldo de 300 detenidos y 35 heridos.

 

La jornada fue convocada a través de las redes sociales en más de 100 ciudades de Brasil, aunque los enfrentamientos se registraron principalmente en Brasilia, Sao Paulo y Río de Janeiro, con un foco de violencia similar a las protestas de junio pasado.

 

En Río de Janeiro lograron reunirse unas dos mil personas. Según un recuento de la web G1, unos 17 mil brasileños salieron el sábado a las calles del país.

 

Por la mañana, la presidenta Dilma Rousseff encabezó en Brasilia el tradicional desfile del Día de la Independencia, que transcurrió sin ningún incidente con un público de sólo cinco mil personas, cuando las autoridades esperaban unas 100 mil.

 

Los asistentes dirigieron abucheos a Rousseff cuando llegaba el palco presidencial.

 

Coincidiendo con el fin del desfile, unos dos mil manifestantes marcharon hacia el Congreso e intentaron romper el cerco policial que protegía el estadio mundialista Mané Garrincha, dos horas antes del partido amistoso Brasil-Australia, y fueron dispersados por la policía con gases lacrimógenos y gas pimienta.

 

En el centro de Sao Paulo, un grupo de manifestantes intentó invadir el Concejo Municipal y la policía intentaba dispersarlos con gases lacrimógenos y bombas de estruendo, informó un policía militar en el lugar.

 

En la capital, las protestas empezaron temprano, coincidiendo con los desfiles por las fiestas patrias brasileñas, y cientos de personas ocuparon parte de una céntrica avenida en la que se desarrollaba un desfile militar.

 

Para dispersarlas, la policía disparó gases lacrimógenos cerca de donde su ubicaban los espectadores, muchos de ellos familias con niños, que corrían para protegerse. Al menos 13 personas resultaron heridas y 27 fueron detenidas.

 

Con las protestas y demandas sociales que iniciaron en junio, se prolongaron durante dos semanas y lograron juntar a cerca de 1.2 millones de personas, la imagen popular de la presidenta Dilma Rousseff ha caído. Según un sondeo de la firma Datafolha, la popularidad de la mandataria cayó de 57% a 30% desde la primera semana de junio.

 

La popularidad de la Presidenta ya había caído entre marzo y junio de 65% a 57%, según Datafolha, afectada por el lento crecimiento de la economía y la aceleración de la inflación en el país (6.5% en 12 meses a mayo, el techo de la meta oficial).

 

Tras esas masivas protestas, Rousseff instó a los políticos a "escuchar la voz de las calles" y anunció la contratación de miles de médicos extranjeros para mejorar la atención pública, pese al repudio de los colegios profesionales.

 

En su mensaje al país con motivo del Día de la Independencia, reiteró que "la población tiene todo el derecho de indignarse" y "exigir cambios", pero volvió a defender el "cambio social" experimentado por Brasil en los últimos años.

 

Posible asilo a médicos cubanos

 

La contratación de cuatro mil médicos cubanos para atender las zonas más alejadas de Brasil, que ha causado reacciones negativas entre colectivos de médicos locales, podría agravarse, luego de que el ministro de Salud, Alexandre Padilha, dijo que el Gobierno podrá analizar eventuales solicitudes de asilo político de médicos cubanos y de otras nacionalidades, contratados por el programa gubernamental 'Más Médicos', un acuerdo firmado entre el Ministerio de la Salud de Brasil y la Organización Panamericana de la Salud (OPS).

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