Nueve meses fue el tiempo que le tomó a Andrés Manuel López Obrador regresar a las calles y volver a subirse a un templete. Hace nueve meses, la coyuntura que lo instalaba en un templete y ante miles personas era distinta.

 

El amanecer frío y el día nublado no fueron pretexto para los poco más de 50 mil seguidores de Andrés Manuel López Obrador que se dieron cita en el primer cuadro de la capital para escuchar el plan de acción de su líder. La sede: el Hemiciclo a Juárez.

 

Hace casi un año, su defensa era contra del presunto fraude electoral en su contra, en diciembre –última vez que hizo un acto público masivo- su lucha era en contra de la asunción del presidente Enrique Peña Nieto a la Presidencia de la República. Ahora, su nueva bandera política es la defensa del petróleo.

 

Pero el tiempo también le está cobrando factura a su músculo político. Las 50 mil personas presentes durante este su mitin en la Avenida Juárez no se comparan con manifestaciones anteriores ni con las más de 300 mil personas que acudieron a su cierre de campaña aquel 27 de junio de 2012, cuando era candidato presidencial por el PRD en 2012.

 

Toda la avenida Juárez, y otras calles aledañas, sirvieron como testigo para el anuncio del tabasqueño sobre la estrategia y las dos líneas de acción inmediata que presentó en defensa del petróleo, entre las que destacan la instrucción a todos los comités de Morena a ir casa por casa a divulgar dicho plan y sugirió que la defensa se hiciera sin cubrirse el rostro.

 

“Que nadie se tape el rostro, nosotros no  prohibimos nada, pero es una recomendación. No tenemos nada que ocultar”, aseguró con un tono pausado y tranquilo.

 

Ayer se vio a jóvenes con pancartas en contra de la privatización de Pemex, otros más regalando folletos a cualquier transeúnte que pasara, vendedores de libros acerca del petróleo, señoras sentadas en las bancas, algunos sentados y otros de pie, todos ellos presentes para acompañar a López Obrador en su regreso en los eventos masivos.

 

El plato fuerte

 

López Obrador, vestido de traje negro, camisa de cuadros rojos y azules y sin corbata, tomó la palabra alrededor del mediodía, una hora y media después de lo originalmente planeado. Previo a su mensaje, hicieron uso del micrófono el actor Damián Alcázar y el presidente del Comité Ejecutivo Nacional de Morena, Martí Batres. Pero el plato fuerte era López Obrador.

 

Sin poner mucha atención al discurso, gente de toda la República esperó paciente el discurso que por 43 minutos enunció el dos veces ex candidato presidencial para convocar casi al final de su discurso a una nueva movilización para el próximo 22 de septiembre, del Ángel de la Independencia al Zócalo capitalino.

 

En tono de advertencia, López Obrador alertó los riesgos que se corren de privatizarse el petróleo y aseguró que Petróleos Mexicanos es autosuficiente para autofinanciarse, tal como lo había propuesto como parte de sus promesas de campaña hace un año.

 

“Es cosa de amarrarle las manos a los discípulos de Montiel, a los priistas, a los panistas, a los líderes sindicales, hay que cerrarles la llave”, y justo cuando comentó esto, los chiflidos en tono de mentada de madre no se hicieron esperar.

 

“Los diputadetes, esos son los verdaderos delincuentes organizados” gritó un manifestante proveniente de Veracruz, con sombrero de palma y guayabera blanca.

 

Cientos de personas, ante la falta de asientos y espacio en las calles, se ubican en las áreas verdes de la Alameda Central para acomodarse y estar lo más cerca posible del templete.

 

En sólo tres ocasiones, Andrés Manuel logró que sus simpatizantes aplaudieran, pero al momento de hacer acusaciones en contra del algún político o del gobierno federal, la rechifla no se hacía esperar.

 

También sus incondicionales lo arroparon en este evento. En el templete se encontraban los senadores Alejandro Encinas, Ana Gabriela Guevara y Layla Sansores; los hermanos Ricardo y David Monreal, Manuel Bartlett, Porfirio Muñoz Ledo. Por el ala artística y cultural, lo estuvieron apoyando el actor Damián Alcázar, así como los escritores Paco Ignacio Taibo II y Elena Poniatowska.

 

Al terminar su discurso y entre porras de apoyo, López Obrador bajó del templete y saludó a los presentes que lo esperaban con cámaras en la mano o con algún papel para que se los pudiera autografiar.

 

“Vengo desde Guadalajara señor y sólo vine a la capital para verlo a usted”, le dijo un señor de 45 años, a quien el tabasqueño sólo se limitó a agarrarlo de las manos y darle un sincero gracias.

 

“Andrés, ¿por qué no diste tu mitin en el Zócalo, no que los maestros te apoyan?”, se escuchó la voz de una mujer a lo lejos, a lo que el ex candidato presidencial sólo respondió: “No les hagas caso a los medios de comunicación, ellos mienten, los maestros también nos apoyan, sólo que los medios nos quieren confrontar por no haber usado el Zócalo”.

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