BAGDAD. Dos atacantes suicidas, uno que conducía un automóvil cargado de explosivos y otro a pie, hicieron estallar el sábado sus cargas en un complejo de tiendas donde se realizan funerales en un barrio chií de Bagdad, lo que representó el atentado más mortífero de una jornada violenta que causó la muerte de al menos 96 personas.
Los ataques, los más recientes en un mes en que la violencia ha escalado, son un escalofriante ejemplo de la firmeza con que los insurgentes tratan de reiniciar los conflictos sectarios más de una década después de que Estados Unidos invadiera el país.
El ataque al funeral fue el atentado contra civiles más grande en los últimos años. Ocurrió poco antes de que anocheciera en el populoso barrio de Ciudad Sadr, en el noroeste de Bagdad.
La policía informó que al menos 72 personas murieron y más de 120 sufrieron heridas por los bombazos. Uno de los atacantes condujo un automóvil hasta la tienda donde se realizaba el funeral y detonó su cargamento, mientras que otro que iba a pie hizo estallar el dispositivo que cargaba.
“Vi varios cuerpos carbonizados en el piso y tiendas en llamas, además de autos quemados. Muchos heridos gritaban de dolor”, dijo Sheik Sattar al-Fartousi, uno de los asistentes a los funerales. “La escena era horrible. El sepelio se volvió un infierno”.
La primera explosión ocurrió cuando se servía la cena en una de las tiendas en las que se realizaba el funeral de un integrante de la etnia fartousi. El testigo dijo que aproximadamente 500 personas estaban en el servicio.
Menos de dos horas después del ataque en el funeral otro auto cargado con explosivos estalló en una zona comercial del barrio de Ur provocando la muerte de nueve personas y heridas a 14 más, de acuerdo con la policía.
Más tarde pistoleros dispararon contra una tienda que vendía alcohol en la vecindad predominantemente suní de Azamiyah y mataron a cuatro personas.
El sábado por la mañana insurgentes lanzaron ataques suicidas contra el cuartel de las fuerzas de seguridad en la ciudad de Beiji, donde se ubica una importante refinería. Los guardias mataron a uno de los atacantes pero tres pudieron activar sus cinturones explosivos dentro del complejo; en el ataque murieron siete policías y 21 sufrieron heridas.
Ningún grupo se responsabilizó por los atentados. La facción de al-Qaida en Irak suele atacar a civiles chiíes y fuerzas de seguridad para minar la confianza de los ciudadanos en el gobierno encabezado por esa etnia.