Un jefe local de Al-Qaeda fue abatido el jueves en el norte de Siria en medio de enfrentamientos con milicianos curdos, el segundo en morir en una semana de combates entre facciones rebeldes extremistas y moderadas.
Por otra parte, expertos de la ONU reanudaron su investigación del uso de armas químicas en la guerra civil de Siria, pero la violencia entre los rebeldes pudiera complicar su labor en el terreno.
La intensificación de la lucha por el poder entre facciones rebeldes que tratan de derrocar al presidente Bashar Assad amenaza con agobiar una rebelión plagada de divisiones y con mucha menos capacidad combativa que el régimen.
El Estado Islámico de Irak y el Levante (ISIL, por sus siglas en inglés), una organización derivada de Al-Qaeda y formada en lo fundamental por combatientes extranjeros, ha tratado de ampliar su influencia en los territorios controlados por los rebeldes, empleado tácticas brutales y tratando de imponer la ley islámica.
Eso ha creado un rechazo al grupo por parte de facciones más moderadas, que consideran que los extremistas desacreditan su rebelión.
En un hecho que destaca la fuerza cada vez mayor de los extremistas, activistas dijeron que miembros del ISIL destrozaron las cruces de dos iglesias y quemaron todo lo que había en otra en la ciudad de Raqqa, en el noreste del país, y en su lugar izaron la bandera negra del grupo extremista.
Esto provocó una protesta de vecinos de Raqqa, que cayó en manos rebeldes el año pasado y desde entonces está controlada en su mayoría por facciones extremistas, según un vecino de la ciudad que sólo se identificó como Amir, su nombre de pila, por temor a represalias.
El Observatorio Sirio de Derechos Humanos confirmó el incidente.
El jefe del ISIL fue abatido en enfrentamientos con milicianos curdos en la provincia de Alepo, dijeron activistas. Los combates en regiones predominantemente curdas del norte comenzaron hace meses y han provocado la muerte de cientos en ambos bandos.
El jefe, identificado por el Observatorio como emiratí, falleció el miércoles por la noche.
El lunes, un alto jefe de Al-Qaeda murió en una emboscada por rebeldes rivales respaldados por Occidente del Ejército Libre Sirio, entidad aglutinadora de facciones moderadas.
Sin embargo, varios grupos organizados bajo el Ejército Libre Sirio se alinean cada vez más con grupos radicales.
Unas seis facciones rebeldes poderosas han roto oficialmente con el principal grupo de oposición en el exilio y el miércoles pidieron la implantación de la ley islámica en el país, un fuerte golpe a la colación respaldada por Occidente.
La radicalización puede complicar la misión de expertos de la ONU que regresaron a Siria para investigar tres supuestos incidentes de uso de armas químicas hace varios meses, dos de ellos en el norte.
Los inspectores fueron vistos cuando se marchaban de su hotel en Damasco en un convoy de vehículos el jueves por la tarde, pero no se conoce a dónde se dirigían.
Mientras tanto, Rusia ofreció el jueves efectivos militares para custodiar las instalaciones de armas químicas sirias que serían destruidas.
El viceministro de Relaciones Exteriores Serguei Riabkov dijo que Moscú está listo para custodiar las instalaciones una vez que las armas químicas se almacenen para su destrucción en Siria.
El vicecanciller enfatizó que Moscú no aceptará que las armas químicas sirias se destruyan en territorio ruso.
El alto funcionario ruso habló horas antes que diplomáticos en las Naciones Unidas dijeran que los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad parecían haber llegado a un acuerdo sobre una resolución que exige a Siria desmantelar su arsenal de armas químicas.