Y nosotros que creíamos que ya muchos estaban cansados de las marchas, pero no, salieron de nuevo este domingo.

 

Reforma e Insurgentes, 11:45 de la mañana: “Una monedita para el movimiento magisterial”. “Una monedita para la Sección 22”.

 

Son voces de maestros de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE). Pocas en realidad. Su presencia en la marcha convocada por Andrés Manuel López Obrador es mínima esta vez. Unos cuantos boteando y ya. Los demás están en la Asamblea definiendo el regreso a su tierra después de 49 días acampando en la capital.

 

¿Cansados?, les preguntamos. “¡Cuál cansados!”, responde uno de ellos, “estamos desesperados, pidiendo prestado para aguantar… pero así es la lucha”. Una maestra interviene y añade: “No podemos irnos sin nada, ahora es cuando la gente está más consciente”. Ella es de Valles Centrales. Perderán la votación.

 

El Sindicato Mexicano de Electricistas (SME) tampoco se ve en la marcha. Quienes caminan por los arroyos de Reforma son representantes de Morena de prácticamente todo el país: los de Jalisco con mariachis al frente, los de Michoacán con la banda San Juan de Carapan, los de Morelos con la tambora de Tejalpa y así, estado por estado, con excepción de Veracruz, Hidalgo, Tlaxcala y Zacatecas, que tenían asuntos pendientes.

 

Se ven también muchísimas banderas rojas del Partido del Trabajo. Es más, su líder, Alberto Anaya, va en la desplegada junto a López Obrador. Y con ellos, Manuel Bartlett, Alejandro Encinas, Ricardo Monreal, Jaime Cárdenas, Porfirio Muñoz Ledo, Jesús Martín del Campo, Asa Cristina Laurell, Jorge Eduardo Navarrete, Jesús González Schmall, Beatriz Gutierrez Muller.

 

Avanzan hacia la tribuna instalada en el cruce de Reforma y Bucareli. Bocinas y pantallas en cada cruce traen la imagen y la voz de Jesusa Rodríguez: “Fatigados, sí; vencidos ¡nunca!”, suelta ante la multitud que aguarda a su líder.  Una canción más: “No pasarán”, se escucha en lo que López Obrador logra subir al templete.

 

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¿GUIÑO A PEÑA NIETO?- López Obrador es único orador. En su discurso, llama la atención la manera en que trata a Enrique Peña Nieto. Para empezar, no le endilga ningún calificativo. Siempre se refiere a él por su nombre completo o por sus apellidos.

 

Luego, no dio por definitivo su rechazo a la consulta popular sobre la reforma energética. Lo expresó así: “hasta ayer, casi a medianoche, recibimos una carta no satisfactoria… No la damos por definitiva. Todavía hay tiempo de que Enrique Peña Nieto recapacite. Pero no estamos sentados esperando”.

 

El ex jefe de Gobierno del DF expondría luego las opciones del Plan de Acción a seguir. Pero aún antes de concluir su discurso insistiría: “No cerremos la posibilidad de que el gobierno reaccione favorablemente”. Es decir, abría el espacio para una reconsideración.

 

Antes del discurso, Monreal nos comentó que Peña Nieto había dejado pasar una oportunidad histórica de reconciliación nacional al no haber aceptado la propuesta de AMLO, porque “aunque no la hubiera aceptado íntegramente, pudo haberse mostrado dispuesto a sentarse a dialogar”.

 

¿Es eso lo que busca López Obrador? ¿Por ello la moderación en sus referencias al presidente de la República?

 

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MARCHA SIN VIOLENCIA.- Tal vez lo primero que habría de resaltar de la marcha de ayer es que no hubo violencia. De hecho, ninguna de las marchas o plantones convocados por López Obrador han terminado en enfrentamientos con la policía, ni ha habido saqueos, ni infiltrados, ni nada por el estilo. Ni siquiera durante el plantón del 2006.

 

¿Es pertinente preguntarse por qué? ¿Una respuesta fácil podría llevarnos a conclusiones equivocadas? Y sin embargo, la pregunta persiste.

 

A propósito de la violencia, el hoy líder de Morena mencionó que a lo que más le teme el gobierno “no es al enfrentamiento de los inconformes con los granaderos; a lo que sí le teme es al despertar y a la organización de los ciudadanos para hacer valer la justicia y la democracia”.

 

Incluso señaló que policías y soldados votaron por él: son pueblo uniformado.

 

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GEMAS: Obsequio del escritor Jorge Volpi: “Basta observar cómo los radicales de un lado exigen el exterminio de los maestros de la CNTE o los comparan con parásitos, o cómo los radicales del otro comparan al actual régimen con el de Pinochet o igualan a Peña Nieto con Hitler, para saber que pisamos terreno frágil”.

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