NO ES CUESTIÓN DE DUDAR DE LA BUENA VOLUNTAD DEL PRI, QUE RECIÉN RECONQUISTÓ el poder, quiso imprimir un nuevo sello al gobierno, acometer los cambios estructurales de los que tanto se ha hablado en los últimos lustros para encauzar la economía en una dinámica de crecimiento vigoroso y solidario, de querer transformar al país con reformas de calado. Pero, al término del primer año, los resultados han sido, cuando menos, decepcionantes.
El PRI nos vendió el Momento de México. Más o menos nos venían a decir que el país quedó fuera de la órbita de los BRIC (Brasil, Rusia, India, y China). En el pasado reciente naciones emergentes, que se han expandido a ritmos vertiginosos, podrían aprovechar sus sólidos fundamentos macroeconómicos y el enfriamiento de esas economías rivales para copar el protagonismo en la escena mundial.
Llegaban con pretensiones de hacer crecer el PIB a tasas por encima de 5%, comparado con una tasa de poco más de 2% en los últimos 20 años; y gracias a esa pujanza, atraer inversión, generar los empleos que necesita México, mejorar los salarios y combatir con eficacia la pobreza. Las expectativas que generaron durante la campaña presidencial, entre la victoria y la toma de posesión de Enrique Peña Nieto, y el inmediato anuncio del llamado Pacto por México a inicios de diciembre, se tradujo en un fabuloso rally bursátil, la apreciación del peso y caídas de las tasas de interés a mínimos históricos.
El Índice de Precios y Cotizaciones (IPC) de la Bolsa Mexicana de Valores (BMV) tuvo una segunda mitad de 2012 y un inicio de año espectacular; desde junio y hasta el 28 de enero de 2013, cuando tocó un máximo histórico de 45,912.51 puntos, voló más de 20%. La divisa mexicana, que cotizaba en torno a los 14 pesos por dólar antes de las elecciones presidenciales, se fue a un mínimo de 12 pesos a mediados de mayo. La tasa del bono de diez años se derrumbó hasta caer a su nivel más bajo de la historia, de 4.43% el 9 de mayo de 2013.
Parecía que el Momento de México ahí estaba. Había mucha expectación y los capitales entraban en masa al país. Pero todo resultó ser un espejismo. Inesperadamente, la economía no sólo no lograba revitalizarse sino que, contra las expectativas del gobierno, Banco de México (Banxico) y los analistas privados, se frenaba de manera abrupta y ahora, derivado de los impactos negativos del paso de los huracanes Ingrid y Manuel y del “cierre de gobierno” de Estados Unidos, la economía, este año, apenas podría crecer un paupérrimo 1%, que prácticamente es sinónimo de estancamiento.
¿Dónde dejó México Su Momento?, ¿Lo volverá a encontrar en el largo plazo?