WASHINGTON. Alan Greenspan, el ex presidente de la Reserva Federal de Estados Unidos, ha estado pensando acerca de las burbujas desde la crisis financiera de 2008, ha tratado de entender por qué él y muchos otros economistas fallaron al pronosticar lo que se avecinaba.

       El error, escribe el hombre que podía mover los mercados globales con sólo decir sí o no a la prensa, es que los analistas trataron a los humanos como tomadores de decisiones racionales.

 

Los humanos, entendió, son irracionales de diversas maneras que se pueden predecir. Lo que los economistas califican como los espíritus animales puede ser incorporado en modelos económicos.

 

Durante 18 años y medio como presidente de la Reserva Federal, fue ensalzado por capitanear una sólida economía estadounidense. Pero en los años tras su dimisión en 2006, se vio rodeado de acusaciones de que ayudó a causar la crisis financiera de 2008, la peor desde la Gran Depresión.

 

Ahora, Alan Greenspan responde a cualquier noción de que él —o cualquier otro— pudiera haber sabido cómo o cuándo desarticular las amenazas que causaron la crisis.

 

Sostiene en su nuevo libro, The Map and the Territory (El mapa y el territorio), que el pronóstico económico tradicional no puede impedir la toma de riesgos irracional que puede inflar catastróficas burbujas de precios en bienes como la vivienda o las acciones de alta tecnología.

 

En una entrevista, Greenspan reflexionó sobre su libro, su paso por la presidencia de la Fed y los peligros que siguen acechando al sistema financiero. Con aspecto relajado y de buen aspecto físico a sus 87 años, habló durante una hora en el solario de su vivienda que domina una colina boscosa del noroeste de Washington. Es una casa que comparte con su esposa, Andrea Mitchell, presentadora del programa de televisión NBC News y corresponsal en jefe de asuntos extranjeros.

 

Rodeado de libros sobre la historia presidencial y de las finanzas, Greenspan reconoció que cometió algunos errores de juicio cuando estuvo al frente de la Fed. Pero agregó que no veía razón alguna para degradar su propia valoración sobre su presidencia en la Reserva Federal.

 

“Nuestro desempeño fue bastante bueno”, señaló.

 

Se mostró aliviado de haber concluido finalmente 18 intensos meses de trabajo en su libro. Ahora le toca dar sus puntos de vista en programas televisivos de comentarios noticiosos.

 

Greenspan ensalzó profusamente a Janet Yellen, seleccionada por el presidente Barack Obama para presidir la Reserva Federal a partir de enero.

 

Indicó que sigue jugando al tenis en forma regular, tanto en sencillos como en dobles. Y parece ser tanto un hombre del siglo XXI como lo es del siglo XX: cuando buscaba su iPhone, le preguntó dos veces a un ayudante dónde podría estar.

 

Al mirar con ojos nostálgicos el gobierno republicano del presidente Gerald Ford, bajo el cual encabezó el Consejo de Asesores Económicos, Greenspan recuerda un Washington diferente, una época en la que los líderes políticos se atrevían a confiar en su oponente y colaborar para alcanzar objetivos comunes.

 

No hacía daño, dijo Greenspan, que el líder demócrata de la Cámara de Representantes en ese tiempo, Thomas P. “Tip” O’Neill, acudiera a la Casa Blanca algunas noches “para tomar un bourbon con Jerry”.