RIO DE JANEIRO. Hace pocos años, el extravagante magnate Eike Batista decía a quien lo quisiera escuchar que pronto sería el hombre más rico del mundo. Le encantaba mostrarle a sus visitantes su Mercedes-Benz McLaren estacionado en la sala de estar de su mansión.

Su caída fue rápida y estrepitosa. La compañía petrolera OGX de este multimillonario campeón de carreras de lanchas que alguna vez simbolizó el boom brasileño acaba de declararse en quiebra. Y ahora hay quienes se preguntan si otra firma de Batista, la constructora de barcos OSX, no seguirá el mismo camino. OSX tiene una abultada deuda. Se suponía que debía suministrar a la petrolera plataformas y barcos.

 

Batista es de una familia de medios. Su padre fue ministro de Minas y Energía y dirigió la empresa minera estatal Vale, que posteriormente fue privatizada.

 

Hizo su fortuna muy joven, comprando oro en la Amazonia y revendiéndolo en las ciudades grandes de Brasil y en Europa.

 

Terminó creando un conglomerado de empresas petrolíferas, mineras, de infraestructura y bienes raíces, todas las cuales se encuentran también en problemas.

 

Casado desde hace más de una década con Luma de Oliveira, una ex modelo y una de las reinas del carnaval más populares de Brasil, con la que tuvo dos hijos, su vida se veía reflejada no solo en las secciones de economía de los diarios, sino también en las revistas de chismes.

 

Hoy tiene 56 años y se dice que su fortuna es un 1% de los 34 mil 500 millones de dólares que le atribuyó la revista Forbes a comienzos del 2012. Dispuso que su yate de lujo fuera desmantelado y vendido como chatarra.

 

Sus problemas abarcan también su vida personal. En junio su hijo Thor, de 21 años, fue hallado culpable de homicidio involuntario por atropellar a un ciclista mientras manejaba el mismo modelo de Mercedes-Benz que su padre tiene junto a un sillón de su living.

 

Los detractores de Batista dicen que engañó a sus inversionistas en torno al tamaño de los campos petrolíferos que OGX descubrió en los últimos años y que sus problemas son un indicio de que el deterioro económico de Brasil se prolongará más tiempo. La economía creció 7.5% en el 2010, pero el año pasado su crecimiento fue de apenas un 0.9% debido a la baja de los precios internacionales de las materias primas y del consumo interno.

 

OGX no respondió a pedidos de comentarios.

 

Nadie se imaginó que la estrella de Batista se diluyese tan pronto.

 

Hace escasos 18 meses la presidenta Dilma Roussef asistió a una ceremonia para festejar la inauguración del primer pozo marino de OGX y dijo que la empresa estatal Petrobras se asociaría con la firma de Batista.

 

“Eike es nuestro modelo, nuestra expectativa y, sobre todo, el orgullo de Brasil”, manifestó Rousseff a los presentes.

 

Algunos dicen que Batista no pudo producir el petróleo que esperaba y obtener más créditos como consecuencia del deterioro de la economía en general y de la debilidad subyacente de su empresa.

 

“¿Cómo es el dicho? Cuando se aleja la marea, puedes ver quiénes no tienen traje de baño”, comentó Jefferson Finch, analista de América Latina de la consultora Eurasia Group, de Nueva York. “Eso fue lo que le pasó a Eike”.

 

Finch dijo que hacia el 2011 comenzó a ceder el entusiasmo de los inversionistas con Brasil luego de cinco años en los que pareció que el país finalmente se encaminaba a ser una potencia económica mundial.

 

“Si uno observa el panorama general, Brasil nunca prometió tanto como decía la gente en el 2006, cuando muchos comentaristas se mostraban tan entusiasmados con Brasil, ignorando los desafíos estructurales que enfrentaba”, indicó. “Ahora, las cosas no están tampoco tan mal como dicen algunos”.

 

Otros creen que la caída de Batista empaña la reputación de todo Brasil.