La publicación en tres de los medios financieros más importantes del mundo que el gobierno, el PRI y el PAN negociaban bilateralmente una reforma energética más agresiva y ambiciosa que incluyera concesiones petroleras al sector privado, aceleró la conclusión inevitable: cuando hay proyectos de nación excluyentes, si quien está en medio quiere alcanzar su objetivo, tiene que pactar con uno de los extremos. En este caso, si el PAN quiere la apertura casi total de los hidrocarburos, que implican cambios en la Constitución ante los cuales el PRD se amuralló para impedir, ¿qué opciones tiene el presidente Enrique Peña Nieto?

 

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