El reporte Global Risk se convierte en el preámbulo de Davos. Uno de los invitados estelares es Gini (un coeficiente que mide desigualdad de ingresos entre las cohortes demográficas) para que en los análisis prospectivos (de los invitados a Davos) incluyan en sus respectivos análisis a la variable realidad.
El riesgo global, además de los efectos del coeficiente Gini, está correlacionado con el grado de integración económica. Al parecer, no es necesario retroceder hacia el efecto Tequila para demostrar tal aseveración.
Este año, Global Risk señala que la desigualdad económica, junto con la crisis de deuda pública (europea) se encargarán de realizar un tour de forcé al nacionalismo, populismo y proteccionismo: elementos antagonistas del Foro Económico de Davos.
Se trata de dos ecuaciones totalmente incompatibles:
Globalización: geocentrismo+democracia+libertad en el comercio=Davos
Antiglobalización: etnocentrismo+populismo+sustitución de importaciones
No hay duda, el principal riesgo global es la desigualdad. Mientras que Obama nombraba a la secretaría de Warren Buffett como icono de la injusticia fiscal (Buffett señaló que él paga menos impuestos que ella, claro, en términos relativos) Goldman Sachs confirmaba la cifra que pagó a sus empleados durante 2011: 300 mil euros.
Al revisar la revista Forbes, la lista de personajes que poseen activos superiores a los mil millones ha subido en un 27% desde que inició la crisis (2007).
En Estados Unidos el ingreso real del 1% de las familias con mayores recursos ha subido el 278% desde 1979 frente al aumento del 35% para la clase media.
El economista Stewart Lansley, en su libro The cost of inequality señaló que la polarización del ingreso entre una minoría privilegiada y el resto es un “cáncer que destruye la capacidad de nuestras economías para crecer y generar empleo”.
Obama anunció la noche del martes que los millonarios tendrán que pagar no menos del 30% de sus ingresos; Margaret Thatcher y Ronald Reagan apostaron por la política fiscal contraria al pensar que una economía emprendedora debía de recibir incentivos fiscales o, lo que es lo mismo, que la población con mayores ingresos deberían de pagar menos impuestos. Lo que sucedió después lo conocemos. Los coeficientes Gini se dispararon entre 1980 y el 2000 en los países de la revolución neoliberal: Estados Unidos, Reino Unido y Nueva Zelanda.
Si Davos apuesta por el geocentrismo, la democracia y en el desmontaje de aranceles, resulta preocupante que en la realidad el coeficiente Gini se encargue de demostrar que el mundo bracea a contracorriente de Davos. ¿Quiénes serán los ganones en corto plazo?
En Francia es evidente que el Frente Nacional de Marine Le pen será quien recoja los votos que Sarkozy está dejando en el camino.
Mariano Rajoy recordará los actos heroicos de Aznar cuando adormeció ilegales en un taxi aéreo para regresarlos a África, e implementará una política migratoria tipo tolerancia cero. Viktor Orbán, en Hungría, se encargará de lanzar una bandera retórica en torno a la soberanía del pueblo.
La política sería impredecible si no fuera por la economía.
Las intenciones de la canciller Merkel sobre la evolución del modelo político europeo son loables y plausibles, por no decir, envidiables (desde México), sin embargo, el malestar económico es un obstáculo demasiado elevado por sortear.
Gini viajó a Davos.
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