El pasado 20 de octubre de 2013, un día después de que Nigeria aplastara a México (6-1), en el debut de ambas selecciones en el Mundial Sub-17 de Emiratos Árabes Unidos, el Comité Organizador de la Copa del Mundo organizó una fiesta de bienvenida para Suecia, Irak, Nigeria y México, integrantes del Grupo F; una convivencia donde los chicos nigerianos se divirtieron bailando, lo mismo que los integrantes de la delegación de Irak, mientras los suecos le encajaban el diente a las viandas dispuestas en las mesas.

 

¿Y los mexicanos?; ninguno estuvo presente, y no como castigo por la goleada recibida sino por el contrario: la herida estaba demasiado abierta, el ánimo cabreado, y el orgullo un tanto colorado entre los verdes; es por eso que ahí, en plena fiesta de bienvenida en que coincidieron iraquíes, nigerianos y suecos, el Tri de Raúl Gutiérrez empezó a fraguar el éxito y seguridad mostrada en esta Copa del Mundo.

 

Y es que sin importar el resultado del duelo de la final, México ya ganó. Ganó en conciencia, vergüenza y competitividad. Trío de cualidades que tanto se les echa de menos en casos como los de la selección mayor; porque vaya que este grupo ha tenido que remar para dar la vuelta en una Copa del Mundo que arrancó con el peor de los escenarios y hoy se les presenta la opción para cerrarla con explosiones y serpentinas.

 

Nigeria no es ningún espejismo. Tiene 23 goles anotados y está a uno de empatar la marca del equipo más goleador en mundiales Sub-17, la cual pertenece a Alemania (24 tantos en México 2011).

 

Y es precisamente en esa línea donde el Tri deberá mejorar. De entrada logrando controlar a Kelechi Iheanacho, la misma pantera que les vacunó con cuatro tantos en la presentación de ambas selecciones el 19 de octubre pasado, un tipo al que desde ahora ya se le augura cupo en la selección absoluta nigeriana.

 

¿De quién es el trabajo? Primero del portero. A Raúl Gudiño no puede acreditársele un gol por error descarado. Encajó seis en el primer duelo, pero porque sus compañeros dejaron llegar con todas las ventajas a los rivales. Cuando eso se corrigió, convirtió su arco en un bunker.

 

Los centrales deben mantener el buen trabajo de los tres últimos encuentros (Italia, Brasil y Argemtina). Pedro Terán y Salomón Wbias aprendieron en aquel primer partido que no pueden dejar ganarse la espalda si no quieren ser acribillados.

 

Pero más allá de no descuidar la retaguardia, el timonel Raúl Gutiérrez, deberá asegurar la pelota en el medio campo. Hacer que Abdullahi Alfa no tenga control, ni tiempo para buscar a Taiwo Awoniyi, quien junto a Iheanacho, se han despachado nada más con nueve goles.

 

No son los únicos hombres a anular: Musa Yahaya es otro volante que sabe qué hacer con el balón. Tiene profundidad y gol (lleva cuatro en la competencia).

 

Ahí está la otra dupla clave de México: Ulises Rivas y Omar Govea. Este último fue la solución de la media cancha, pues él no estuvo en la primera zarandeada. Su aporte restableció más o menos el equilibrio porque el hecho es que cada balón perdido en el medio campo contra Nigeria en el primer partido, terminó en gol.

 

Ayer, Rivas, capitán mexicano, y Musa Muhammed, capitán nigeriano, se tomaron la foto con el trofeo de campeón. Al terminar el mexicano se envolvió en la bandera para luego, afirmar: “Estamos muy fuerte mentalmente y sabemos perfectamente lo que buscamos y lo que vamos a hacer”, palabras del representante de una selección que ya demostró sabe sobreponerse, sabe a lo que juega, y sin duda, sabe cuáles son los momentos para guardarse y en cuáles se debe festejar; hay confiar en que así sea.