Los hondureños elegirán este domingo al sucesor del presidente Porfirio Lobo acosados por la violencia, la pobreza y una crisis económica sin precedentes, en unos comicios que se prevén como los más complejos de la historia reciente del país debido a la participación de nueve partidos.
Entre esas formaciones políticas aparece la del expresidente Manuel Zelaya, derrocado en 2009, y cuya esposa, Xiomara Castro, compite ahora por llegar a la jefatura del Estado a nombre de un partido de izquierda.
Según organismos locales, la pobreza afecta a más del 60 por ciento de los 8.5 millones de habitantes de Honduras, de los que más de un millón son desempleados y otros tantos son subempleados.
El presidente que surja de los comicios del domingo heredará una crisis económica sin precedentes, una deuda interna y externa que globalmente supera los 6mil millones de dólares y una ola de criminalidad derivada del narcotráfico y otros delitos que sitúa al país entre los más violentos del mundo, según la ONU.
Los candidatos a la Presidencia hondureña son ocho por una alianza de los partidos Unificación Democrática (UD) y el Frente Amplio Político en Resistencia (Faper), ambos de izquierda y con escaso arrastre popular, que tienen como abanderado a Andrés Pavón, quien no alcanza ni el 1 % de la intención de voto, según sondeos.
El proceso transcurre con incidentes menores y con llamamientos a votar de manera masiva por parte de grupos locales de sociedad civil, iglesias, empresarios, medios de prensa, el Tribunal Supremo Electoral (TSE) y observadores internacionales.
“No debemos tener ningún temor al salir a las urnas o pensar que alguien les va a robar su voto, o que algo va a pasar en las urnas”, dijo este jueves a periodistas la presidenta del Consejo Hondureño de la Empresa Privada (Cohep), Aline Flores.
De los nueve partidos que participan en la contienda, cuatro surgieron después del golpe de Estado del 28 de junio de 2009 que derrocó a Zelaya, quien pretendía impulsar reformas constitucionales que la ley le impedía.
Los últimos sondeos de opinión, difundidos en octubre pasado, daban un empate técnico entre los candidatos Juan Orlando Hernández, del gobernante Partido Nacional (derecha), y Xiomara Castro, abanderada del partido Libertad y Refundación (Libre, de izquierda), que dirige su esposo.
Otros dos partidos con opciones de triunfo serían el Liberal, primera fuerza de oposición, que en 2006 llevó al poder a Zelaya, y el Anticorrupción, que dirige Salvador Nasralla.
En opinión del director de la Agencia Audiovisuales y Análisis de Prensa (AAP), Manuel Torres, “el sistema político hondureño se está abriendo al multipartidismo y en principio cuatro de los nueve partidos son los que tienen más posibilidades de tener una representación significativa entre los votantes”.
La sorpresa en el proceso electoral la ha dado el partido Libre, que surgió de una base popular en las calles tras el derrocamiento de Zelaya y de algunos miembros del Partido Liberal que se opusieron al golpe de Estado, que terminó dejando a la sociedad hondureña dividida entre “golpistas” y “golpeados”.
El partido que abandera la esposa de Zelaya hace vislumbrar que tendría “una importante representación en el Parlamento, lo que le dará una voz constante en los próximos cuatro años”, añadió.
Ello implicaría que los partidos tradicionales, Nacional y Liberal ya no se impondrían por mayoría de sus bancadas, como ha venido ocurriendo desde que el país retornó a la democracia en 1980.
Torres expresó que “al margen de que se pruebe o no el fraude -lo que algunos sectores creen que se podría dar el próximo domingo-, las elecciones ya son cuestionadas”.
“Estas elecciones no van reconstruir democráticamente al país, pero pueden dar un escenario realista para que se intente enfrentar la crisis social con un acuerdo multipartidario y la crisis nacional en 2014”, subrayó el analista.