Hasta más de 20 mil pesos cuesta curarse de la adicción a las redes sociales en México y las terapias van desde pasar una especie de cuarentena desconectado de internet en lugares específicos hasta recibir terapias similares a las que dan a personas con problemas de alcoholismo o drogadicción. En el país nueve de cada 10 internautas tienen al menos una cuenta en Facebook, Twitter o YouTube y pasan en ellas 75% del tiempo que pasan en la red, según la la Asociación Mexicana de Internet (AMIPCI).

 

La psicoanalista Dolores Montilla Bravo, directora de difusión de la Asociación Psicoanalítica de México (APM), da terapias a cibernautas que buscan ayuda para pasar menos horas conectados a Facebook o Twitter; alerta que este problema va en crecimiento y que de no atenderse ya con campañas preventivas se convertirá en un problema de salud pública. “Los adictos confunden la forma de utilizar las redes sociales; en vez de un medio ven un fin. Se refugian en ellas huyendo de la soledad, el aislamiento o la depresión; van en busca de emociones fuertes que les permitan apaciguar ese malestar emocional”, añade.

En el país no se han implementado políticas públicas para atender esta dependencia como la clínica para ciberadictos de Londres, abierta por el sistema de salud público británico; el centro de tratamiento del Hospital Universitario Chung-Ang, en Seúl (Corea del Sur) o el Centro Médico Regional de Bradford, en Pensilvania (Estados Unidos), que brinda un programa de rehabilitación de 10 días para ciberadictos. El tratamiento cuesta 14 mil dólares, alrededor de 184 mil 800 pesos.

 

No se les enseña a cortar con las redes sociales sino a moderar su uso, detalla la psicóloga Delia Hinojosa de la APM. Subraya que estar conectado muchas horas a internet no significa que ya se es adicto y por lo tanto se necesita ayuda. El problema es cuando se extiende a otros momentos de la vida que no requieren conectividad.

 

En la ciudad de México hay al menos 300 consultorios que ofrecen psicoterapias individuales para ciberadictos con programas que van de 12 a 20 sesiones; el costo es superior a los 9 mil pesos. La Clínica de Atención Psicológica Integral (CAPI), en la colonia Niños Héroes de Chapultepec, y la Asociación Psicoanalítica de México, en la Hipódromo Condesa, atienden este problema.

 

También algunos hoteles y agencias de viajes ofrecen paquetes de “desintoxicación digital”, por ejemplo Vía Yoga ofrece planes para quienes deseen desconectarse y les aplica descuentos a los que dejen sus smartphones en la recepción del hotel.  El costo de estos servicios llegan a superar los 20 mil pesos, los ciberadictos visitan retiros en Bahía de todos los Santos, en Baja California Sur, o Sayulita, en Nayarit.  “Si alguien necesita contactarte, pueden hacerlo. Pero no trabajas ni revisas Facebook; sólo experimentas el momento, ves el atardecer o tienes una conversación grandiosa con alguien que acabas de conocer”, dice Suzie Cavassa, una de las fundadoras de Vía Yoga.

 

En otros destinos como Irlanda, el resort de cinco estrellas “The Westin Dublín” ofrece un paquete que incluye desayuno en la cama, masaje en la habitación, kit de supervivencia (un juego de mesa,un mapa, materiales para plantar un árbol) y una caja fuerte para guardar laptops,  tabletas y teléfonos inteligentes.

 

Clínicas de Monterrey 

 

En Monterrey,  Nuevo León, abrió este año el primer grupo terapéutico de adictos a internet (www.adiccionainternet.org), que utiliza la metodología de los 12 pasos de Alcohólicos Anónimos y no tiene ningún costo. “Los pacientes comparten sus testimonios y conocen otras historias que los ayuda a crear conciencia de su adicción. Con el paso de los días crece su compromiso a disminuir su tiempo en redes”, explicó su creador, Pedro Peña Hernández, en entrevista con 24 HORAS.

 

Detalla que a los pacientes se le desconecta de internet al menos 24 horas continuas y en algunos casos muestran episodios de pánico y crisis de ansiedad; explica que el cuadro clínico de esta enfermedad es similar al de los adictos al alcohol, tabaco, las compras o los juegos de apuestas.

 

En las reuniones surgen coincidencias entre los adictos, dice el psicólogo clínico, como soñar tres o más noches seguidas que están conectados al ciberespacio  o que actualizan sus cuentas de Twitter o Facebook. Entre cinco y seis pacientes acuden a las tres sesiones gratuitas por semana, con una duración de una hora y media cada una. Han participado estudiantes que han llegado a enviar más de mil mensajes al mes o a mantener nueve perfiles diferentes para espiar a sus ex parejas.

 

Cafeína, más adictiva que la red

 

En medio de una discusión que se ha prolongado desde el año 2000 la Asociación Americana de Psiquiatría no reconoce que internet sea causa de adicción, pero sí la cafeína, según la nueva versión del Diagnostic and Statiscal Manual for Mental Disorders (DSM), el manual más utilizado para el diagnóstico de desórdenes mentales en el mundo. Sobre este punto, el terapeuta regiomontano Peña Hernández comenta:  “Eso no nos interesa. Mientras ellos están discutiendo si es o no una enfermedad, nosotros ya estamos brindando el tratamiento. Es un problema que ya se ve con regularidad en los consultorios y merece nuestra atención”.

 

El término “adicción a internet” surgió de una broma de correo electrónico escrita por el psiquiatra Ivan Goldberg, que aseguraba haber descubierto un nuevo síndrome y proponía crear el primer cibergrupo de ciberadictos anónimos en 1995.

 

 

Autodiagnóstico: 

 

Si te identificaste con 5 o más preguntas existen dificultades con tu uso inmoderado de Internet.

 

1.- ¿Ha tratado de desconectarse alguna vez por una semana, sin haber logrado cumplir el plazo? ¿Ha hecho repetidamente esfuerzos infructuosos para controlar, reducir, o detener el uso de Internet?

 

2.- ¿Le gustaría que con respecto a su uso de internet, la gente no se metiera en lo que no le importa, dejando de decirle qué tiene que hacer?

 

3.- ¿Ha llegado a desinstalar programas o software o de “limpiar” lo que le perjudica de su computadora con la esperanza que eso le ayudaría a reducir su tiempo en internet?

 

4.- Durante el último año, ¿ha tenido problemas que estén relacionados con su uso de internet?

 

5.- ¿Ha causado su uso de internet dificultades en el hogar?

 

6.- ¿Se dice a sí mismo que puede desconectarse en el momento que quiera, aunque continúe navegando sin tener la intención de hacerlo?

 

7.- ¿Ha faltado algún día a su trabajo o escuela a causa de Internet?

 

8.- ¿Con que frecuencia se encuentra con que lleva más tiempo navegando del que pretendía estar?

 

9.- ¿Desatiende las labores de su hogar por pasar más tiempo frente a la computadora navegando?  ¿Su productividad se ve perjudicada por el uso de Internet? ¿Termina sus obligaciones “al cuarto para las 12” por haber estado navegando?

 

10.- ¿Prefiere excitarse con fotos o videos a través de Internet en lugar de intimar con su pareja?

 

11.- ¿Con que frecuencia establece relaciones amistosas con gente que sólo conoce a través de Internet?

 

12.- ¿Con que frecuencia chequea el correo electrónico antes de realizar otras tareas prioritarias?

 

13.- ¿Se ha soñado a sí mismo usando internet?

 

14.- ¿Se encuentra alguna vez pensando en lo que va a hacer la próxima vez que se conecte a Internet o pensando en cosas relacionadas a Internet cuando no está conectado?

 

15.- ¿Teme que su vida sin Internet sea aburrida y vacía?

 

16.- ¿Se siente molesto cuando alguien le interrumpe mientras esta navegando?

 

17.- ¿Le ha pasado alguna vez eso de decir “solo unos minutitos más” antes de apagar la computadora? ¿Se queda más tiempo conectado de lo que inicialmente había pensado? ¿Siente la necesidad de incrementar la cantidad de tiempo de uso de Internet para lograr la satisfacción?

 

18.- ¿Trata de ocultar cuanto tiempo pasa realmente navegando? ¿Ha mentido a los miembros de su familia, seres queridos  u otros para ocultar su grado de implicación con Internet?

 

19.- ¿Prefiere pasar más tiempo online que con sus amigos de la vida real?

 

20.- ¿Se siente ansioso, nervioso, deprimido o aburrido cuando no está conectado a Internet?

 

21.- ¿Se ha sentido inquieto, malhumorado, deprimido o irritable cuando ha intentado reducir o detener el uso de Internet?

 

22.- ¿Ha perdido o puesto en peligro alguna relación significativa, trabajo, oportunidad educativa o profesional debido al uso de Internet?