Llegaron al mitin en el Zócalo para estar atentos a las instrucciones por la defensa del petróleo, pero también para demostrar que para ellos Enrique Peña Nieto no es el presidente legítimo de México.
Gran parte de los asistentes de ayer al mitin de Andrés Manuel López Obrador, llegaron de otros estados. En autobuses, cargaron con niños y pancartas en los brazos. Las frases eran unas chuscas y otras más serias, pero principalmente contra el Presidente.
La gente no olvida. Y en la plancha del Zócalo salieron carteles con leyendas de Monex y Soriana, aquellas empresas relacionadas al supuesto fraude electoral del Partido Revolucionario Institucional (PRI) en las votaciones de 2012.
“Hoy compraron la Presidencia, EPN traidor a la Patria”, decían algunas letras negras escritas sobre cartulinas blancas.
Importó poco los más de 24 grados centígrados en el Distrito Federal, la plancha se llenó y la gente aguantó por más de tres horas hasta que López Obrador salió de una de los accesos al metro Zócalo de la mano de su esposa, Beatriz Gutiérrez. El tabasqueño todavía saludo a sus seguidores, aquellos que aún son fieles después dos campañas presidenciales.
Pocos minutos después del mediodía, López Obrador comenzó su discurso. “Cada vez va quedando más claro que Peña pactó en el extranjero la entrega del petróleo y es público y notorio que lo único que le importa es cumplir, a como dé lugar, ese compromiso”.
El mensaje de 40 minutos fue poco esperanzador. López Obrador dijo que con el gobierno priista “vamos a tener menos presupuesto público, continuará el estancamiento económico y el desempleo, y será más profunda la crisis de inseguridad y de violencia”.
Después de escuchar plan de acción, la quinta asamblea por defensa del petróleo llegó a su fin.
Hubo saldo blanco en un Zócalo cercado por la seguridad. El primer año de gobierno peñista, para Morena, solo quedó en un mitin más, pues desde inicio de las movilizaciones de la organización, que busca ser partido político, el llamado fue pacífico y sin violencia.