Cada vez se escucha hablar más de ella y se documentan diversos casos sobre su consumo y efectos, una droga que posiblemente cobró fuerza en los últimos meses, aunque desde el 2010 resonaba en algunos sitios web de Rusia donde nació, se trata del Krokodil (cocodrilo).
El Krokodil ha traspasado de Europa hasta Estados Unidos y posiblemente a México, donde en Puerto Vallarta se presentó la primera víctima por su consumo; las autoridades de salud del estado de Jalisco lo ratificaron y señalaron que se trata de una joven vallartense de 17 años, quien declaró que tuvo contacto con esta droga en Houston, Texas, de donde es residente.
Los mortales efectos
Además de causar alucinaciones con efectos sedantes más potentes que la heroína, aunque hasta 10 veces más barata, lo que la hace más adictiva; el Krokodil produce daños masivos en la piel, desde ámpulas que jamás cerrarán pues los vasos sanguíneos se revientan y el tejido circundante muere; hasta gangrena y flebitis, lo que desafortunadamente termina en amputaciones.
La expectativa de vida para los efectos de esta droga se encuentra entre los dos o tres años.
Su elaboración
La droga es desomorfina y se elabora con una base de codeína diluida con thínner, yodo, ácido clorhídrico, fósforo rojo, gasolina o líquido para encendedores. La dihidrodesoximorfina o Permonid es un análogo de opiáceo que se inventó en los Estados Unidos en el año 1932, derivado de la morfina que posee efectos sedantes y analgésicos entre ocho a 10 veces más potente.
Con estos componentes, mediante un proceso de destilación casero, se crea una sustancia altamente tóxica que es inyectada a la sangre y genera los mismos efectos que la heroína con una mayor potencia, pero los efectos tienen una duración mucho menor de tan sólo 60 minutos, por lo que existe una necesidad de volver a consumir la droga.
Los “zombies” de Rusia
Recientemente, la revista Time publicó en su sitio web un reportaje documentado con imágenes (presentadas en la galería) sobre cómo viven los adictos a la “droga carnívora”, donde claramente se ven sus efectos degenerativos en medio de la pobreza extrema.
(Con información de Time y Agencias)
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