En los últimos años han surgido infinidad de servicios en Internet presumiendo sus servicios “en la nube” incluso ya tenemos al llamado “cloud computing” o procesamiento en la nube.
Servicios destinados a que los usuarios no requieran tener discos y discos con información o tener el equipo más poderoso para correr aplicaciones o videojuegos dedicados. La comodidad de tener nuestra librería musical, de video — o cualquier tipo de archivo que usemos a diario — a la mano vayamos a donde vayamos, se ha convertido en el punto de venta de servicios como Dropbox, Google, Microsoft y demás.
También en los últimos años, se ha tenido la percepción que la transición de lo análogo a lo digital es “ecológico”, sobre todo si hablamos en el contexto de suplir el correo tradicional por el electrónico y la tendencia de llevar los medios impresos a medios totalmente digitales.
Pero al igual como sucede con el hecho de suplir la gasolina con el etanol, el que este último resulte más limpio que el derivado del petróleo, no necesariamente significa que su elaboración contamine menos.
Así como hay mucha gente que aún se empeña en usar como password “123456” a lo largo de sus distintas cuentas, hay muchos individuos que perciben a los llamados servicios en la nube como algo totalmente etéreo, cuando en realidad son bodegas y/o edificios enormes llenos de servidores, que se encuentran encendidos las 24 horas del día, los 365 días del año. Y que cuando es necesario, recurren a plantas de luz a base de diesel para evitar interrumpir sus servicios, sin mencionar las medidas – que también necesitan de electricidad – para evitar que los equipos se sobrecalienten.
De hecho es esta misma razón por la que servicios como Facebook, Instagram, Tumblr, Pinterest y el mismo Twitter, han comenzado a integrar anuncios dentro de los “timeline” de los usuarios, ya que obviamente cada uno de los servidores que son usados para que la gente comparta imágenes y videos de sus gatos y comida, necesita de electricidad para funcionar.
Y lo mismo acurre con los sitios de internet de noticias y entretenimiento, cada foto y video que comprenden una entrada en estos sitios y blogs, está hospedada en algún servidor.
El año pasado el The New York Times realizó una investigación por un año para indagar – precisamente — el impacto de nuestro amor a los servicios en línea. En su investigación, descubrieron que en conjunto, las bodegas con servidores alrededor del mundo, usan 30 millones de millones de watts, lo cual equivale más o menos de acuerdo al Times, a 30 plantas nucleares.
En el mismo artículo, Peter Gross quien ha diseñado varios de estos “data centers” menciona que uno solo de estos usa más energía que un pueblo mediano.
Esos 10GB de espacio a tope en Gmail, los millones y millones de videos en YouTube, las tiendas digitales de videojuegos que contienen títulos que hoy en día miden en promedio 15 GB, hasta la información del fantasy football de Yahoo, requieren de grandes cantidades de energía.
Y en sí, el problema radica en que más del 90% de la energía que se consumen en estos centros de datos es desperdiciada, ya que la mayoría de estos dispositivos aunque estén encendidos no están activos, simplemente están en “stand by” para cuando lleguen a ser necesitados. El equivalente a esto sería tener en casa discos duros encendidos 24/7, y solo usar uno de estos un par de veces a la semana.
Y como menciona Will Oremus en Slate.com , en cierta medida la culpa recae en usuarios y periodistas de tecnología quienes rápidamente juzgamos sitios y servicios en el instante que se caen. Oremus menciona que una solución es el entender que no es el fin del mundo si algunos sitios no esenciales — y pone de ejemplo a Twitter – de vez en cuando apagan las máquinas que no están ocupando, ya que esto no pondrá de rodillas a la economía global.
Pero lo cierto es que con la entrada a las bolsas de valores de Facebook y Twitter, dadas las condiciones adecuadas, bien podría pasar precisamente eso. Y por ahora el más grande riesgo que afrenta Internet, no es la censura de los distintos gobiernos o los múltiples jaquers o Hackers que merodean la red, si no en la lentitud de los gobiernos en la investigación y desarrollo de energías realmente renovables y limpias de producir. No es difícil vislumbrar un escenario de crisis energética, en el que la primera víctima sea la una vez llamada “Supercarretera de la Información”.