Desde los extremos, la política se guía por las emociones casi siempre excluyentes y agresivas. Esquerra Republicana de Cataluña (ERC), que tiene maniatado al gobierno catalán de Artur Mas, ha logrado escenificar una “obra” de alta tensión que, desde el jueves pasado, simula ser un camino con final independentista.
Desde el 14 de diciembre de 2003, momento en que la coalición de partidos catalanes de izquierda firmó el llamado Pacto de Tinell, para la formación de un gobierno encabezado por Pasqual Maragall, ERC ha escalado una cúspide tan vertical que no hace mucho tiempo parecía imposible que la conquistara. El jueves pasado la conquistó al obligar a Artur Mas a incluir la palabra “independiente” en una de las dos interrogantes que incluirá la boleta que el gobierno catalán intentará consultar el próximo 9 de noviembre: ¿Quiere que Cataluña se convierta en un Estado? Y, en caso afirmativo: ¿quiere que ese Estado sea independiente?
Las coaliciones de gobierno son un conglomerado de fuerzas positivas y negativas. Un partido como ERC, que en el pasado difícilmente rebasaba 10% de los votos en las elecciones catalanas, hoy provoca una intención de voto que supera a la de todos los partidos catalanes. ¿Por qué razón su fuerza se potenció durante los últimos 15 meses (11 de septiembre de 2012 a la fecha)? No es una razón, son varios elementos los que han detonado una correlación política cuyo principal ganador ha sido ERC. Por cuestión de espacio enumero sólo tres:
- Artur Mas leyó erróneamente lo ocurrido el 11 de septiembre de 2012, día en el que cuatro millones de catalanes recorrieron las calles de Barcelona para manifestarse en contra de varios aspectos, que si bien es cierto tenían como foco al Gobierno de Mariano Rajoy, el principal era de tipo económico: el pacto fiscal (es verdad que el concierto fiscal autonómico no beneficia a Cataluña, que desde 1992, su contribución per cápita supera por mucho a los montos que recibe del Gobierno central español). Y fue la principal demanda porque no hay que olvidar que en ese momento, en España como en gran parte de la Unión Europea, la crisis era el tema número uno en la agenda de los gobiernos. Artur Mas decidió adelantar elecciones pensando que obtendría mayoría absoluta. Con el 11 de septiembre como telón de fondo, le quitó la agenda electoral a ERC. Falló. En las elecciones del año pasado, el partido de los socios históricos Artur Mas y Josep Antoni Duran i Lleida, Convergència i Unió (CiU), no sólo no obtuvo la mayoría absoluta, fue ERC quien obtuvo la segunda posición en cuanto a número de diputados: 21 frente a los 20 de los socialistas (PSC) y de los 19 del Partido Popular (PP). Desde ese momento, los presupuestos se aprueban en Cataluña gracias a ERC. Es decir, no sólo ERC condiciona la agenda económica de Artur Mas, ahora determina la agenda política.
- La mayoría absoluta del PP en las elecciones generales colocó a Mariano Rajoy en la otra cúspide, la de la presidencia de España. Desde ahí, durante el primer año de su gobierno, Rajoy se volcó a buscar soluciones a la crisis económica dejando en un lugar secundario la relación con las autonomías. Son dos los desencuentros que ha tenido con Artur Mas: económico y cultural. La no solución del primero reactivó al segundo. El enorme déficit público que tiene Cataluña mantiene los mercados de financiamiento cerrados. De ahí que Mas le haya pedido a Rajoy concesiones fiscales bajo el lema de que Cataluña aporta demasiado producto económico a varias autonomías sin que el Gobierno español retribuya al catalán a través de productos fiscales.
- El problema cultural lo abreva la prensa madrileña de los políticos nostálgicos de Alianza Popular y del franquismo. Entre la prensa, y en mayor medida: ABC, La Razón y El Mundo, y en escala menor, El País, junto a estaciones de radio como la COPE y el canal de televisión Inter Economía, han desatado una campaña anticatalanista cuyas principales referencias sobre el referéndum independentista son: “Golpe de Estado” (Federico Jiménez Losantos), “Jaque a España” (Pedro J. Ramírez), “Sedicientes historiadores hispanófobos” (Ignacio Camacho), entre otros.
A Oriol Junqueras, líder de ERC se le puede criticar de radical, pero el viernes pasado dijo algo cierto, tomando en cuentas que en el enfoque científico de la política, los polos opuestos tienden a tocarse: “el gobierno del PP son una fábrica de independentistas”.
Barcelona més que mai (más que nunca) requiere cordura. Sobre todo, los políticos de ambos bandos.