MANSURA. Una potente explosión arrasó el martes con un cuartel policial en una ciudad del Nilo, dejó 15 muertos, más de 100 heridos y muchas personas sepultadas.

 

El ataque puso en evidencia la vulnerabilidad de la policía egipcia para mantener la seguridad mientras hay temor de crezca la violencia extremista antes de un referendo constitucional el 14 y 15 de enero.

 

La votación es un paso clave para la transición política del país después de la destitución del presidente islamista Mohamed Morsi en julio, pero ha atizado las tensiones políticas, dado que la Hermandad Musulmana —el grupo del ex presidente— se opone a una nueva constitución.

 

El ataque es el más mortífero hasta la fecha en la campaña de violencia desatada hace varios meses y que las autoridades atribuyen a extremistas islámicos.

Mientras el grupo sigue protestando, el gobierno lo acusa de estar detrás de la ola de violencia, aunque no ha presentado evidencias.

 

El ataque reciente aumenta la presión de los antiislamistas contra el gobierno para adoptar medidas más estrictas contra el grupo, incluyendo una orden judicial para proscribirlos, posiblemente declarándolo organización terrorista y aprobando una dura nueva ley contra el terrorismo. La Hermandad Musulmana condenó el ataque y acusó al gobierno de usarlos de chivo expiatorio.