La increíble vida de Walter Mitty (Dir. Ben Stiller)

 

La vida secreta de Walter Mitty (“The Secret Life of Walter Mitty”, Z. McLeod), filmada en 1947 y protagonizada por el entonces ya popular Danny Kaye (cómico norteamericano forjado en Broadway) trata sobre las desventuras de un oficinista que, ninguneado por su jefe y dominado por su castrante madre, tiene como única vía de escape su muy febril imaginación, misma que lo lleva a constantemente “soñar despierto” toda clase de aventuras.

 

Así, mientras en su día a día es un perdedor, en su imaginación Walter es el héroe que se queda con la chica, ya sea como famoso cirujano, arrojado marino o valiente piloto de la Segunda Guerra Mundial. Los sueños diurnos de Walter Mitty eran un show que llenaban la pantalla de música, baile y aventura.

 

Vehículo de lucimiento para el joven Kaye, esta comedia tuvo bastante éxito en su momento, en parte por el carisma del joven actor y cantante, pero también por su premisa simple y llana: el débil que se convierte en héroe a base de determinación y de nunca abandonar sus sueños.

 

Más de sesenta años después, y basándose en el mismo texto corto que diera pie a la primera versión (escrito por James Thurber), Ben Stiller pone al día al personaje en este remake dirigido y protagonizado por él mismo.

 

El Mitty de Stiller (tan soñador y perdedor como el de la cinta original), trabaja como encargado del departamento de negativos de LIFE, revista que está a punto de cerrar su última edición en papel antes de volverse un portal de internet. Walter ha recibido por correo el negativo de la foto que irá en la última portada y que fue tomada por el misterioso fotógrafo y aventurero Sean O’Connel (Sean Penn en cameo extendido).

 

El problema es que dicho negativo no aparece en el paquete recibido por lo que, ante le presión de los nuevos dueños de la revista, Walter hará lo que nunca en su vida: embarcarse en un viaje extraordinario para encontrar al elusivo fotógrafo.

 

Aunque Stiller provee un escenario mucho más ambicioso que el de la cinta original, ésta no se aleja demasiado de las mismas intenciones de aquella: ser un vehículo de lucimiento para su protagonista y funcionar como una fábula inspiradora para todos aquellos atrapados en una oficina que sueñan con ser héroes de su propia historia.

 

Stiller destila cierto tufo “hipster” por toda la película: los malos son aquellos que representan a las nuevas tecnologías (los dueños de la revista, caricaturizados como unos pobres pelmazos), los buenos son aquellos que se aferran a lo antiguo (el fotógrafo aventurero que aún hoy día sigue usando rollos de película para sacar sus fotos); aunque, contradictoriamente, los momentos más logrados del filme son justamente aquellos en los que , gracias a la magia de lo digital, la realidad se mezcla con las vistosas fantasías oníricas de Mitty.

 

Resulta además de bastante mal gusto el chantaje sentimental que el guión aplica a partir del product placement: una marca de pizza como referente paterno, una marca de panes como sinónimo de hogar, el sitio de citas por internet eHarmony (mismo que detona la trama) como conciencia del personaje y apoyo moral.

 

Si bien es imposible reprocharle al menos dos momentos muy bien logrados (aquellos que involucran canciones de Arcade Fire y David Bowie), el mensaje final queda en los terrenos propios de la literatura de autoayuda y superación personal más básica, con gran imaginario visual pero con pocas ideas relevantes. Walter Mitty es, en resumen, un Forrest Gump pasado por filtros de Instagram.

 

The Secret Life of Walter Mitty (Dir. Ben Stiller)

2 de 5 estrellas.

Con: Ben Stiller, Kristen Wiig, entre otros.