“Ustedes tienen la posibilidad de salvar al partido… Ustedes tienen la posibilidad de hundir a Villarreal [Luis Alberto Villarreal, coordinador panista en la Cámara de Diputados] y de hundir a Madero [Gustavo Madero, presidente nacional del Partido Acción Nacional-PAN]; de hacerle un gran favor al partido. ¡No lo defiendan Fernando! [Rodríguez Doval, diputado federal por el PAN], ¡No lo defiendan!… ¡Todos ustedes saben la cantidad de rapillerías que hacen allá adentro!… ¡No lo defiendan!”…
“¡Estos cabrones han abusado!… Tenemos que estar unidos… No dejarle pasar estos pinches ladrones, todo lo que están haciendo… De verdad, si ustedes remueven a Villarreal, el favor que le van a hace al PAN es enorme”.
Fue una conversación de poco menos de 10 minutos en la que el enfático senador panista Ernesto Cordero inoculaba a Rodríguez Doval que ‘hundiera’ a Madero quien quiere reelegirse en el puesto y a de uno de sus hombres en la cámara de Diputados.
El viernes 10 de enero pasado, el periódico El Universal dio a conocer esta conversación de la que, probablemente, hubo muchas más como ésta en una labor de zapa de Cordero para debilitar las fuerzas de Madero y obtener su propia fortaleza para hacerse de la presidencia de Acción Nacional y ya de cara a la Asamblea Nacional de este partido en marzo próximo.
La división interna del partido conservador de México viene del resultado de las elecciones de julio de 2012 en las que pasaron a ser una tercera fuerza política luego de haber estado en el gobierno por doce años: la llamada ‘docena trágica’.
Lo sorprendente es que quienes llevan a cabo esta guerra intestina son quienes estuvieron en el gabinete presidencial de Felipe Calderón y quienes formaron parte del gran desastre que fue aquel gobierno y del desastre electoral 2012.
Impulsados por Felipe Calderón, Cordero y Javier Lozano quieren recuperar a un partido que está en un tris de ser espejo fiel de lo mismo que ocurre en el PRD y las izquierdas mexicanas: todos por su lado y cada quien para lo suyo…
A saber, de aquella unidad irrompible y tan fuerte como fortaleza de la que presumía el PAN, tan sólo queda “un chisguete”. La división está ahí:
Está el grupo Maderista, que surgió en 2010 cuando se quería encontrar al nuevo dirigente nacional. Gustavo Madero compitió con Roberto Gil Zuarth apoyado éste por el todavía presidente Calderón. Ganó Madero. Entre sus hombres, hoy, están Jorge Villalobos, quien impulsó la creación del INE y la desaparición del IFE; Jorge Luis Preciado quien el 21 de mayo de 2013 por instrucciones de Madero sustituyó a Cordero como coordinador parlamentario del PAN…
Laura Rojas, quien apoyó la remoción de Cordero; Ricardo Anaya, presidente de la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados; José González Morfín ex presidente de la mesa directiva del Senado; Luis Alberto Villareal, coordinador de los diputados panistas…
Está el grupo Calderonista: Roberto Gil Zuarth, quien fue secretario particular del entonces presidente Felipe Calderón; Javier Lozano Alarcón, quien fue secretario del Trabajo en el mismo sexenio; Gabriela Cuevas, senadora y ex jefa delegacional en Miguel Hidalgo, DF; Luisa María Calderón, hermana del ex presidente Calderón; Francisco Domínguez Servién, ex presidente municipal de la capital de Querétaro y César Nava, ex secretario particular de Calderón.
Está el grupo Panistas por México: Josefina Vázquez Mota, quien fue candidata a la presidencia del país; Alberto Cárdenas Jiménez, ex gobernador de Jalisco y precandidato a la presidencia de México; Ernesto Ruffo Appel, ex gobernador de Baja California y ex senador; Fernando Canales Clariond, ex gobernador de Nuevo León; Francisco Barrio, ex gobernador de Chihuahua…
La guerra está declarada: Cordero contra Madero. Los daños están a la vista. Debilidad y guerra en el PAN.
Y la posición intransigente, encaprichada y beligerante de Cordero y Lozano en nombre de Calderón, lo que es una muestra de debilidad política de los ex secretarios de Estado.
Madero tiene su propia fragilidad desde que en nombre de ‘obtener beneficios electorales para su partido’ ha hecho alianzas con el gobierno de Enrique Peña Nieto para sacar adelante sus reformas ‘estructurales’, lo que no ha gustado a los militantes del PAN; la firma del “Pacto por México” es su cruz y su pecado y su talón de Aquiles.
Nadie ahí va a ceder. Y sí se endurecerán con el paso de los días hacia la decisión final de quién ocupará la presidencia del PAN y su futuro electoral.
En los días siguientes las afrentas serán más enfurecidas y veremos cosas ‘nunca vistas’ en esta guerra por el poder político. Nunca una guerra por ideas o por doctrinas a favor del elector: hedonismo político, puro y sinsabores, como el PAN ácimo que se elabora sin levadura y con apenas agua y sal. Bueno para la eucaristía.