El Departamento de Estado y de Justicia de Estados Unidos solicitó al Procurador General de Texas que se aplace la ejecución del mexicano Edgar Tamayo, porque de llevarse a cabo se afectaría la seguridad legal de los ciudadanos estadunidenses en el extranjero, reconoció John Kerry.
“Nuestra posición es muy clara, sobre que este es un problema que podría afectar el acceso consular a los ciudadanos estadounidenses en el extranjero que sean detenidos”, aseveró el secretario de Estado.
En conferencia de prensa, el funcionario dijo que no existe duda de que a Tamayo no se le dio acceso consular, y siguió así el juicio en su contra por robo y el asesinato de un policía hace 20 años, por lo que fue sentenciado a la pena de muerte, que podría cumplirse hoy.
Sin embargo, Kerry sostuvo que dentro del diálogo que se sostiene con las autoridades de Texas se les está pidiendo que se retrase el cumplimiento de la sentencia.
“Lo que el Departamento de Estado está pidiendo un retraso en su ejecución hasta que se puede proporcionar una revisión y reconsideración del caso, para determinar si la falta de acceso jurídico alteró el resultado en el caso”, expresó.
El funcionario estadunidense que les preocupa que en su país no se respete el acceso a la defensa de todos los ciudadanos extranjeros, porque se coloca en el mismo riesgo a sus connacionales en el mundo.
“Tenemos obligaciones bajo la Convención de Viena sobre relaciones consulares, para permitir el acceso consular a los ciudadanos extranjeros. Y si nosotros mismos no defendemos esas obligaciones, hará que sea mucho más difícil para nosotros para pedir a otros países hacerlo. Nos tomamos muy en serio la seguridad y la seguridad de nuestros ciudadanos en el extranjero . Si son detenidos y mantenidos en detención, queremos ser capaces de ir a otros países y pedir por este mismo acceso consular, tenemos derecho a la Convención de Viena . Y no podemos, de ninguna manera, enviar ese mensaje, al no permitir lo mismo de los nacionales de otros países cuando están aquí en los Estados Unidos”, aseveró.
Texas desoye los llamados
El gobierno texano desoyó ayer todos los llamados para que se aplace o evite la pena de muerte para el mexicano Edgar Tamayo. Ni las protestas en México, ni el clamor de los padres, ni siquiera la petición de Departamento de Estado fueron atendidas.
Un juez de Texas rechazó ayer el recurso de “clemencia ejecutiva” presentado por la defensa de Arias Tamayo, cuya ejecución por inyección letal está prevista para este miércoles en la prisión estatal de Hunstville.
El mexicano Héctor Tamayo, padre de reo Edgar, dijo que su hijo morirá injustamente si es ejecutado mañana porque no mató a ningún policía estadounidense. “Es injusto lo que quieren hacerle sabiendo bien que él no fue el culpable, no fue el que mató al policía “, declaró a Radio Fórmula.
En México, la organización binacional “Migrantes de Aztlán” realizó ayer una manifestación en el Ángel de la Independencia para pedir que el gobierno de Texas detenga la pena de muerte.
El joven bailador, que se volvió espiritual
A los Tamayo siempre les gustó bailar. Era tanta su afición que entre primos y hermanos integraron el grupo de danza de la primaria de Miacatlán, Morelos, uno de sus integrantes, el más movido, era Edgar.
Desde niño y luego adolescente, siempre alegre, se daba otros gustos, desde ir a fiestas, montar caballos e ir a los toros.
Lo suyo no era la escuela, por eso quería ser militar, pero no logró ingresar así que se dedicó a la cosecha de sandía, jitomate, calabaza, y otras verduras; después de terminar la secundaria y los primeros años de la preparatoria en una escuela técnica, única opción en Miacatlán, un pueblo que entonces apenas alcanzaba los 18 mil habitantes.
Decidió irse del lugar, como muchos otros de sus amigos y vecinos, porque en esa época pocas opciones encontraron en su comunidad, era más atractivo el “sueño americano” para ganar dinero, hacerse de su casita y ayudar a su familia a quienes apenas alcanzaban los recursos, porque su padre era maestro de secundaria y su mamá, aunque ama de casa, aportaba las ganancias de algunas vendimias caseras.
Así se fue Edgar Tamayo a Estados Unidos, con un amigo, y se puso a trabajar. Pero el sueño le duró poco, apenas ocho años después fue detenido. Los siguientes 20 años los pasó preso acusado de robo y matar a un policía.
Edgar, a quien sus amigos le apodaron La Yegua, siempre fue noble, amiguero y bailador, muy relajiento. El recuerdo de aquel joven bromista, platicador, alegre, trabajador y de carácter bonito se transformó en la imagen de un hombre creyente, espiritual y tranquilo, que a pesar de que hoy se enfrentará al “pabellón de la muerte” nunca guardó rencor u odio.
“Tengo la fe bien puesta, y sé que Dios me va ayudar, y si no me ayuda me va a dar la fortaleza que necesito para estar bien. Estoy preparado para lo que Dios disponga”, es la contestación a la última carta que Edgar le mandó a su tía Pilar desde la cárcel de Livingston, Texas.
Tanto ha sido lo que sufrió Edgar que hasta le pegó en la salud. “Era delgadito, moreno, guapito, pero estando allá hasta se enfermó, pues cómo no. Dijo su prima, sobre el padecimiento de vitiligo que le ha despingmentado la piel.
“Ha sufrido mucho, eso le paso por los nervios, la angustia, en vida pagó lo que nunca le pudieron comprobar”, acusó.