Esta historia nos la narra un cubano que estuvo presente aquella medianoche del 6 de noviembre del año 2000 (hace poco más de 13 años) en el Palacio de la Revolución en La Habana:
Los priistas, recuerda, recién habían perdido la Presidencia de la República y estaban a tres semanas de entregar el poder a los panistas.
A petición del embajador de México, Heriberto Galindo, Fidel Castro recibía esa noche a una delegación de senadores encabezada por Enrique Jackson, entre los que se contaban, además, Sadot Sánchez, Germán Sierra, Oscar Cantón Zetina, Carlos Cota Osuna, Antonio García Torres, Oscar Luebbert, Lauro Díaz Ortega, Araceli Escalante, Martha Tamayo y Yolanda Eugenia González.
Del lado cubano estarían el otrora presidente del Consejo de Estado, Carlos Lage; el canciller Felipe Pérez Roque, y el presidente de la Asamblea Nacional del Poder Popular, Ricardo Alarcón.
Dos horas de charla precederían el camino hacia el comedor del Palacio de la Revolución donde Fidel ofrecería una cena de gala a los alicaídos priistas que aún no salían del estupor provocado por su derrota después de 70 años de ocupar la silla presidencial.
Apenas sentados a la mesa, sin haberse servido aún el primer el plato (y eso que ya eran las 12 de la noche), el líder de la revolución cubana les soltó a quemarropa:
“Primero díganme, ¿por qué entregaron la Presidencia de la República?, ¿por qué se dejaron ganar?”
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NO TE ENOJES JACKSON, TRANQUILO.- Cuando Fidel Castro soltó aquella pregunta -que más bien parecía una acusación de haber negociado o entregado el poder por alguna razón oscura-, Enrique Jackson saltó furibundo y le respondió al comandante:
“¡Esa pregunta no se la admito ni en broma! No se vale que entre amigos que nos queremos tanto se nos haga ese comentario; y menos cuando traemos ese dolor político en los corazones”.
La mesa se heló. Fidel -refiere nuestro interlocutor-, vio la furia y el dolor reflejados en los ojos de Jackson. Entonces le dijo:
“No te enojes, Jackson, tranquilo… Durante 40 años he tratado con priistas y me va a doler más tratar con panistas.
“Si alguien los quiere a ustedes soy yo. Y porque me duele tanto su derrota es que les hago la pregunta de esa manera, porque no me explico cómo es que perdieron la Presidencia de la República.
“Mi pregunta no pretendía ofenderlos, ni mucho menos hacerlos enojar…”, indicó.
Los meseros comenzaron a servir los alimentos y el vino: un tinto de uvas Malbec obsequio del ex presidente argentino Carlos Menem para los senadores, y un Vega-Sicilia que compartirían Fidel con el embajador Galindo.
Castro suavizó la conversación, pero volvió a preguntar:
“¿Entonces sí me van a explicar cómo fue que perdieron… o que perdimos?”
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TRECE AÑOS DESPUÉS.- Lo que explicaron los senadores mexicanos al presidente de Cuba sobre el porqué el PRI perdió las elecciones presidenciales del año 2000 parece que no fue muy fácil que digamos.
“Como que nadie quiso explicar con claridad qué fue lo que pasó: Lo único que repetían es que Vicente Fox le ganó a (Francisco) Labastida”, nos cuenta nuestro relator.
La conversación pasó entonces a otros temas. Fidel contó anécdotas y recordó sentidamente a Fernando Gutiérrez Barrios, quien recién acababa de fallecer la semana previa (el 30 de octubre). Así dieron las cinco y media de la mañana, hora en que Fidel bajó hasta la banqueta a despedir a sus invitados.
Dos horas y media después, a las ocho en punto, Castro estaría atestiguando la develación de la estatua de Benito Juárez en el Paseo de los Presidentes. Ahí mismo se preguntaría: ¿Volverá el PRI al poder?
La respuesta la tendría 13 años después. Y con ella, a sus 87 años de edad, la posibilidad de estrechar nuevamente la mano de un presidente emanado de las filas del PRI, de sus aliados de juventud.
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