Con advertencia no hay engaño. La omnipresente senadora María de los Dolores Padierna Luna quería lucirse con la presencia de Alejandro Solalinde Guerra en la Cuarta Plenaria de los Senadores del Partido de la Revolución Democrática (PRD) el 27 de enero, y… lo consiguió.
Francisco Licona Clemente relata que “ya se los había advertido el padre Alejandro Solalinde cuando los enviados de Dolores Padierna cruzaron la puerta del Pastoral de la Movilidad Humana, de Ixtepec, Oaxaca: ‘Díganle a la senadora que con gusto; pero si voy, hablaré fuerte contra el PRD’. Aun así se mantuvo la invitación”.
Haga de cuenta que hace usted una fiesta en su casa y quiere tener invitados-amigos-especiales para lucirse. De pronto, el invitado-amigo-especial se levanta y a la mitad del foro espeta que los de esa casa son como Juan Charrasqueado: “muy mal averiguados”.
Y le aplauden y Mario Delgado se acerca: “lo felicito por sus palabras ¡Estoy de acuerdo con usted!” -como que se perfila como candidato de Morena para Colima-, pero lo dicho ahí por Solalinde le caló a la mayoría.
¿Por qué lo invitaron si sabían que las expresiones “críticas” al PRD serían su leit motiv? ¿No sería una treta para descalificar al actual PRD y que los Bejarano se suban a la presidencia?
El hombre de Texcoco dijo que las izquierdas mexicanas se dividieron y que el PRD traicionó y le dio la espalda a México: “Tenemos que ser honestos y reconocer que sí se equivocaron, que cayeron en la corrupción y que voltearon la espalda al pueblo”. E invocó la unidad de las izquierdas y que “ahí hay una fuerza muy grande, está Morena, que es un movimiento honesto. Dios nos da la oportunidad para rescatar a México, nuestros recursos que no están en venta”, dijo refiriéndose a la firma del PRD del Pacto por México.
Los ahí presentes no dijeron nada al momento. Pero cuando les cayó el veinte saltaron para descalificar la descalificación de Solalinde, acusándolo de haber emitido calumnias y que “si el sacerdote tiene pruebas de que los dirigentes del partido se corrompieron al suscribir el Pacto por México que lo denuncie ante el Ministerio Público” (Jesús Ortega, ex presidente del PRD).
Jesús Zambrano, actual presidente de este instituto político dijo que el señor Solalinde está en su derecho de expresión, pero que de ninguna manera estaban de acuerdo con él. Aparte, dijeron que no se valía utilizar “a Dios” para apoyar a Morena, que es decir, a Andrés Manuel López Obrador.
Lo dicho por el director del albergue Hermanos del camino, en Ixtlán, Oaxaca también generó aplausos panistas y priistas y salvas de Morena-AMLO.
Más allá de la turbulencia y el “modo y lugar” (Solalinde pudo decir su idea fuera del ámbito perredista porque tiene foros nacionales a su alcance) el perredismo nacional no goza hoy de cabal salud y eso sí es muy lamentable.
En el PRD, su izquierda se ha desfigurado; no sólo por el rechazo electoral de 2012. No sólo por lo que le ha ocurrido desde el famoso Pacto por México y lo que siguió a lo largo de los meses; no sólo por las indefiniciones de si permanece en ese Pacto o no -el presidente Peña Nieto les aclaró que con ellos o sin ellos en el Congreso se llevaría a cabo la reforma energética, cosa que ocurrió.
Una cosa es tener militancia asegurada y otra muy lejana es tener la voluntad ciudadana del país: y esa no la tienen en este momento y no se han preocupado por ganársela.
¿En qué parte del PRD quedó enterrada esa izquierda que dijeron representar durante todos estos años? ¿Por qué se ha llegado al extremo de acusarles de corrupción? ¿Por qué enlistan a improbables ciudadanos que terminan por ser señalados por presuntos delincuentes como ocurrió con Julio César Godoy Toscano? ¿Por qué permiten la apropiación que el señor René Bejarano ha hecho de los institutos electorales? ¿Qué hacen ahí los Bejarano?
Replantearse su papel como izquierda y como factor de equilibrio democrático es urgente. Reconsiderarse como oposición progresista y moderna hacia la izquierda es indispensable. Hacer una limpia nacional de entes malignos urge. Ser cuidadosos y responsables en la selección de sus candidatos o funcionarios y cuidar la probidad de cada uno de ellos es prioritario.
La tarea que sigue es ardua para el PRD; lo primero es definir si sigue siendo de izquierda y si quiere ser de izquierda en un país en el que la mayoría de la izquierda mexicana no se encuentra ahí. Y esa sí es una definición que tiene que ver con su futuro electoral y su fuerza política. Después de eso sigue la tarea de reconstrucción y unidad de esas “izquierdas mexicanas”, en plural.