Hay algunos diseñadores que a pesar de estar ante el posible juicio de “maldad o excentricidad”, han decidido seguir su estilo y sobre todo, su instinto. No es fácil ser un disidente de lo que la gente llama “normalidad”, pero si uno entiende la relevancia y la trascendencia de serse fiel a uno mismo, el viaje se vuelve más ligero.
Uno de los diseñadores que logró entender a muy temprana edad su posición ante tal encrucijada fue Alexander McQueen.