El arqueólogo Eduardo Matos Moctezuma inauguró en el auditorio del Museo del Templo Mayor, el ciclo de conferencias con motivo de la celebración por el 36 aniversario del hallazgo del monolito de Coyolxauhqui.
Basada en su más reciente libro “Grandes hallazgos de la arqueología. De la muerte a la inmortalidad”, Matos Moctezuma se refirió durante la ponencia a los hallazgos en las tumbas de Tutankhamon, Qin, Pakal, la Reina Roja y Ahuízotl.
Reflexionó sobre el tema de la muerte y la búsqueda de la inmortalidad del faraón egipcio Tutankhamon, del emperador chino Qin, del gobernante maya Pakal, de la Reina Roja de Palenque, del tlatoani mexica Ahuízotl y de la ofrenda de la Tumba 7 de Monte Albán, informó el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), en un comunicado.
El investigador emérito del INAH explicó que “el hombre no quiere morir, se niega a morir, trata de trascender a como dé lugar, entonces inventa vidas posteriores, cielos, infiernos, mictlanes, nirvanas, y sin embargo muere”.
Por ello, añadió, “la idea de este libro es confrontar al personaje que está enterrado en esas tumbas, con la persona que las descubre siglos más tarde, de esa conjunción del descubridor y el descubierto ocurre una relación interesante”.
Destacó la importancia arqueológica de los hallazgos ya que las tumbas al momento de ser descubiertas permanecían intactas, lo que ofreció información novedosa sobre los contextos mortuorios, además de tener alcance a nivel internacional.
Eduardo Matos Moctezuma citó la tumba de Pakal, gobernante maya que falleció en el año 683, y cuyo descubrimiento estuvo a cargo del investigador Alberto Ruz Lhuillier en 1949, luego de los trabajos efectuados en el Templo de las Inscripciones en Palenque, Chiapas.
En 1994, en la misma ciudad prehispánica, el arqueólogo Arnoldo González Cruz estudiaba el Templo XIII cuando halló la entrada al sepulcro de la Reina Roja, aunque el investigador explicó que las pruebas de ADN revelaron que no tuvo parentesco consanguíneo con Pakal, por lo que se cree que podría ser su esposa Tz´ak-b´u Ajaw.
Asimismo, se refirió al descubrimiento en 2006 del monolito de Tlaltecuhtli frente al Templo Mayor de Tenochtitlan, al señalar que la deidad cumplía la función de devorar los cadáveres y en esa representación se plasmó un pequeño glifo con la fecha 10 conejo, que corresponde a 1502, año del fallecimiento del tlatoani mexica Ahuízotl.
Los arqueólogos Eduardo Matos Moctezuma y Leonardo López Luján plantearon la hipótesis de que sus restos podrían estar depositados debajo del monolito de Tlaltecuhtli, ya que las fuentes históricas señalan que los tlatoanis eran enterrados cerca de un lugar llamado Cuaxicalco, el cual también ha sido descubierto al norte de la Plaza Manuel Gamio, al pie del Templo Mayor.
Por otra parte, el investigador destacó los avances que ha tenido la tecnología usada en la investigación arqueológica, como son las pruebas de ADN practicadas en los restos de Tutankhamon para comprobar su identidad y descubrir su edad al morir, entre otros rasgos.
También dio lectura a fragmentos de su libro, como la descripción de la tumba del emperador chino Qin Shi Huangdi, escrita entre los años 145 y 90 a. C., ya que sólo se ha explorado la parte externa del sepulcro, integrada por más de ocho mil soldados de terracota, algunos de los cuales conservan pigmentos.
El “Ciclo Coyolxauhqui XXXVI Aniversario” seguirá con las ponencias del arqueólogo Raúl Barrera Rodríguez y el equipo del Programa de Arqueología Urbana (PAU). El 15 de febrero presentarán los análisis de las ofrendas encontradas en la Plaza Manuel Gamio al pie del Templo Mayor, durante los trabajos de readecuación de la entrada a la zona arqueológica.
En el auditorio del Museo del Templo Mayor, los integrantes del PAU impartirán el 22 de febrero, la plática enfocada a los contextos rituales descubiertos frente al recinto, y el 1 de marzo, Guilhem Olivier hablará sobre “Diosas peligrosas: Coyolxauhqui, Itzpapálotl, Tlantepuzilama y otras más”.