Había un tiempo en que México contaba con un cara dura indomable; un descarado de figura estrecha, un tanto encorvada; con los tamaños, lo mismo, para abrir la ventanilla del autobús en Honduras, en pleno Hexagonal final de Concacaf, para acaparar lindezas y mentadas, que para visitar Santiago de Cali, Colombia, en medio de amenazas hasta de muerte, y salir al campo para pintarle la cara al América de aquella ciudad con tres goles que le valdrían la ovación de una afición antes hostil. Guerrero el nombre: Cuauhtémoc, noble el apellido: Blanco, con las amígdalas en su lugar, diría Hugo Sánchez, para meterse al Santiago Bernabéu, y sobre la agonía de un duelo liguero con el Real Valladolid, vencer en portentoso tiro libre al fantástico Iker Casillas. Así fue el gol de Cuauhtémoc Blanco el 29 de septiembre de 2001 a los Merengues; una hazaña a la que invariablemente rememoró el disparo de Giovani dos Santos el sábado con el Villarreal, en el mismo escenario, ante el mismísimo glorioso cuadro blanco, aunque con el problema de que el tanto de Gío, al final sólo sirvió como adorno al 4-2 que el Real Madrid le encajó al Submarino amarillo.
A 13 años de distancia de aquel gol del Temo, Giovani ha encendido la añoranza, y quizá en ello tenga que ver el efecto Piojo. Y es que a falta de un hombre dentro del campo que juegue con el compromiso que desparramaba Blanco, hoy, desde el banquillo ha surgido ese personaje que transmite y compromete, al grado de que ha ido a buscar hasta el otro lado del Atlántico, toda la pasión por el Tricolor que se perdió en la etapa José Manuel de la Torre.
Curioso, sí. Tanto Héctor Moreno, como Giovani dos Santos, firmaron tantos con sus respectivos equipos, apenas unos días después de la visita de Miguel Herrera. Moreno le dio al Espanyol el tanto del triunfo sobre el Granada el pasado 7 de febrero; y no es que el central mexicano sea mejor por ese gol, pero cuando hace un par de días Giovani tuvo una actuación tan destacada ante el Real Madrid que coronó con un golazo, parece hablar de que ambos elementos recibieron una inyección de ánimo con la visita del Piojo.
Y es que basta visitar, por ejemplo, la página de facebook de Miguel Herrera. El timonel nacional, apenas habla con sus jugadores, hace comentarios, sube fotografías, lo mismo con Guillermo Ochoa, que con Javier Hernández, o Héctor Moreno o Giovani dos Santos, o igual descarta a Carlos Vela por no verlo comprometido para representar al Tri. Es el estilo del Piojo, sin medias tintas, contundente. Tal como lo hizo desde el primer día que llegó para dirigir, primero al América: “Vengo a ser campeón, y de aquí no me sacan más que para la Selección Nacional”, premisa que ya cumplió, y ya en el Tri advirtió que llevará a los verdes hasta el siguiente ciclo mundialista. Hoy, el caradura tricolor no está en la cancha, es bajito, viste de traje y está en la banca; no es el guerrero Cuauhtémoc, pero es testarudo y ya dio muestras de lo que puede provocar el efecto Piojo.