El CAIRO. La explosión de un cohete a un autobús de turistas surcoreanos que transitaba por el popular paso fronterizo de Taba entre Egipto e Israel, provocó la muerte de cuatro personas y y quince heridos, en el primer atentado de estas características desde la revolución que derrocó al ex presidente Hosni Mubarak en 2011.

 

Según una fuente de seguridad citada por la agencia estatal de noticias Mena, tres surcoreanos y el conductor del autobús, de nacionalidad egipcia, perdieron la vida por una explosión en la parte delantera del vehículo, un suceso que las autoridades están investigando.

 

Por su parte, el Ministerio de Sanidad rebajó a tres -dos de ellos surcoreanos- la cifra de fallecidos, mientras que informó de que los heridos fueron trasladados a hospitales locales.

 

Estas personas formaban parte de un grupo de cuarenta que había partido de El Cairo y se dirigía hacia el balneario israelí de Eilat tras visitar el monasterio de Santa Catalina, en el Sinaí.

 

El atentado ocurrió en la localidad de Taba, cuyo paso fronterizo con Israel fue cerrado hasta nuevo aviso.

 

Las imágenes difundidas por la televisión estatal mostraron un autobús completamente calcinado y destrozado por la explosión.

 

El grupo yihadista Ansar Beit al Maqdis (Seguidores de la Casa de Jerusalén) se atribuyó la autoría del ataque en su cuenta oficial de la red social Twitter, si bien no especificó cómo lo llevó a cabo.

 

“Como prometimos, gracias a Dios y a nuestros ‘muyahidines’, hicimos explotar el autobús en Taba y vamos a seguir orientando nuestros ataques a su economía, su turismo y el gas”, escribió el grupo, que adopta la ideología de Al Qaeda.

 

Esa organización es conocida por atacar a las fuerzas del orden egipcias mediante coches bomba y asesinatos selectivos, sobre todo desde la destitución militar del presidente islamista Mohamed Mursi el pasado 3 de julio, pero hasta ahora no había dirigido sus acciones contra los turistas extranjeros.

 

Las autoridades egipcias tardaron varias horas en calificar lo sucedido como atentado terrorista.

 

En un comunicado, un vocero de la Presidencia aseguró que se trata de un “despreciable acto de cobardía” y advirtió de que Egipto “no descansará hasta llevar ante la justicia a los que han planeado, financiado y llevado a cabo esta atrocidad”.

 

Quienes sí condenaron rápidamente el ataque fueron los Hermanos Musulmanes, declarados como grupo terrorista por el Gobierno el pasado diciembre, y en una nota calificaron el atentado como una “prueba más de la negligencia de los militares”.

 

El norte del Sinaí se ha convertido en los últimos meses en un foco de inestabilidad donde operan varios grupos extremistas, pese a la ofensiva del Ejército y la Policía.

 

Sin embargo, los lugares turísticos del sur de esa península eran de los pocos puntos en Egipto que habían mantenido un cierto nivel de visitantes extranjeros desde la revolución contra Mubarak.

 

Este atentado es el primer ataque de estas características contra extranjeros en Egipto desde entonces, lo que puede perjudicar todavía más un sector tan estratégico como el turismo.

 

La última acción terrorista contra extranjeros fue en febrero de 2009, cuando una explosión en el popular bazar de Jan al Jalili en El Cairo se cobró la vida de una turista francesa y otros catorce extranjeros resultaron heridos.