La reunión anual del Foro Económico Mundial en Davos, reunió nuevamente a los más influyentes líderes mundiales del plano político, económico y social; quienes se dieron cita para discutir los temas que más aquejan al mundo en materia económica. Sin embargo, como ya se ha vuelto costumbre en este tipo de eventos internacionales, mucho fue lo que se habló y pocas las decisiones que se tomaron, puesto que todavía existe dificultad para lograr acuerdos y hacer frente a las grandes problemáticas mundiales.

 

El eje del debate

Del Foro podríamos destacar de forma positiva la identificación de los problemas estructurales que urge atender. En primer lugar, se dio la discusión sobre un nuevo capitalismo, con el propio Klaus Schwab, fundador del Foro y defensor vehemente de la globalización y sus bondades, que ha definido al modelo económico en su faceta actual como “decadente y que ha socavado toda cohesión social”, dejando atrás el discurso de halago a ultranza del libre mercado. A manera de ejemplo, se señaló que muchos de los indicadores de salud económica y social van en la dirección incorrecta, ya que la mezcla entre desempleo y desigualdad ha logrado poner inquieto a más de un líder mundial. Esto se ve respaldado por un sondeo realizado a estos líderes directamente, en donde 40% de los asistentes al debate opinaron que el sistema capitalista no está a la altura de la sociedad del siglo XXI, mientras que sólo 20% opinó que sí.

 

El tema vino a colación porque el diagnóstico es claro: los problemas de deuda soberana de algunos países europeos acompañados de la crisis del euro, y los problemas deficitarios y de ciclo económico que enfrenta Estados Unidos, han hecho que el discurso del capitalismo sea revisado. Definitivamente, a cuatro años de una fuerte recesión que dejó desempleados a 200 millones de personas en el mundo y aunado a los movimientos de protesta ocupando los espacios públicos en capitales occidentales, era inminente esta revisión que provocó una interesante introspección y balance sobre el capitalismo mundial.

 

En segundo lugar y relacionado con lo anterior, fue también relevante la discusión que hubo sobre la crisis global y sus consecuencias en el aspecto social; tanto la desigualdad de ingresos como la inclusión social fueron temas importantes del debate. ¿A qué se debió el hecho de que el Foro haya dado un giro hacia analizar una problemática social? Como se mencionó anteriormente, las protestas sociales alrededor del mundo definitivamente hicieron eco, particularmente el discurso de Ocuppy Davos, que en las inmediaciones del foro protestó contra “el 1% de la población y la forma en la que sus decisiones inciden en el bienestar del 99% restante”.

 

Sin duda perduró la percepción generalizada de injusticia, un discurso que ve a los banqueros y los políticos como actores ineficientes que no han logrado hacer nada contra los abusos del sistema financiero y éstos siguen todavía gozando de los beneficios del status quo económico, mientras que aquellos con ingresos promedio o por debajo. son los que tienen que pagar los costos de la crisis. Y como consecuencia, al menos en el Foro, se reconoció abiertamente que el crecimiento económico debe incluir a los más necesitados, que la creación de empleo es crítica y que las necesidades como alimentos, vivienda, cuidados médicos y enseñanza deben ser parte de la solución integral.

 

A pesar de esto, la mala noticia sigue siendo, sin duda, la incapacidad para llegar a acuerdos que ofrezcan soluciones a los grandes problemas a nivel internacional; siendo las discrepancias entre puntos de vista conceptuales para hacer frente a los riesgos económicos internacionales, parte de la explicación de que no existan todavía propuestas concretas. La reunión puso de manifiesto que Estados Unidos y Europa plantean diferentes métodos para salir de la crisis, lo cual deja claras las diferencias entre Washington y Bruselas, y alerta sobre la repercusión que esto podría tener en la reconfiguración geopolítica y económica internacional. Mientras en la eurozona se trata de disminuir el endeudamiento público y con ello los altos déficits fiscales, en Estados Unidos se apuesta por aumentar el gasto despreocupándose del déficit.

 

¿Y el cómo?

El ambiente al concluir el cónclave en Davos fue sombrío, los más de 2 mil 500 delegados regresaron a sus países, preocupados por lo que deparará el año 2012. La falta de entusiasmo generalizado fue palpable en el Foro Económico Mundial. Pese al cauteloso optimismo ante los últimos intentos europeos de frenar la crisis de la eurozona, el tema de que pueda repetirse la situación y contagiar al resto del mundo, sin haber aún soluciones concretas a la creciente desigualdad de ingresos, sigue siendo una realidad. Así mismo, en temas como la regulación a los mercados financieros y reducción de las emisiones de CO2, parece de igual manera difícil que se pueda llegar a generar acuerdos.

 

El Foro de Davos deja nuevamente la sensación de frustración hacia los líderes mundiales, que últimamente están acostumbrando a la opinión pública a su fracaso en el intento de encontrar soluciones concretas y viables a los problemas mundiales. Tanto las reuniones del G 20, como los foros sobre cambio climático son ejemplos elocuentes de ello. El único consuelo que deja el Foro es saber que quienes conducen la economía mundial reconocen que hay un gran problema (la desigualdad social), que están empezando a plantearse las preguntas correctas y que al menos ya se está debatiendo sobre ello. Así, se aceptó que la tesis de que “las crecientes desigualdades son el precio que hay que pagar para una prosperidad global” no puede seguir siendo válida. Sin embargo, todavía habría que preguntarse: cómo es que los líderes mundiales no están sufriendo directamente las consecuencias de los problemas económicos internacionales, ¿será que carecen de incentivos para hacer algo al respecto?

 

 

*Maestro en Políticas Públicas egresado del CIDE, coordinador del área de investigación y análisis en Contorno, Centro de Prospectiva y Debate.

paulo.cantillo@contorno.org.mx @pcantillog