El PRI no cambió, resurgió de sus cenizas y fue reseteado. Tras 12 años de estar en la banca, el partido más longevo de México, de la mano de Enrique Peña Nieto, forma las legiones del priismo al estilo peñista.

 

Ayer, a la sede nacional del Partido Revolucionario Institucional llegaron sus militantes de élite: diputados federales, senadores, gobernadores, su dirigencia nacional y el mandatario, Enrique Peña, a quien estuvieron dedicadas las celebraciones de los 85 años del PRI.

 

La frase con que César Camacho, líder del revolucionario institucional, inició los festejos embonó a la perfección: “la historia del México del siglo XX no se puede explicar sin el PRI”, y el auditorio repleto daba cuenta de ello: en las primeras filas se encontraban personajes como Carlos Romero Deschamps, quien ha cobrado desde 1979 como legislador federal sin tener una sola iniciativa de su autoría.

 

Los aplausos inundaban en el recinto y disipaban los ecos no lo de los 85 años del PRI y sus “logros institucionales”, sino de su historia reciente, donde las palabras Morerira, Yarrington, Salinas y Deschamps, parecían materia olvidada.

 

Ahora, al partido tricolor lo resetearon: “es un partido que asumió con hombría sus yerros” y se “reinició de afuera hacia dentro y de abajo hacia arriba”, aseguró Camacho con visible emoción.

 

Los tiempos del partido todopoderoso que “no oía ni escuchaba” son cosa del pasado. Ahora, sus líderes, gracias a Peña, se califican como militantes del partido “más transparente”, el cual ha sumado millones de voluntades.

 

Tras 20 minutos de discurso y hacer un recorrido de las instituciones creadas en gobiernos tricolores, César Camacho habló de la limpieza de las elecciones de 2012 y de la simpatía que Peña Nieto ha generado con la ciudadanía, aunque las criticas resonaban de algunos automovilistas que pasaban a las afueras del recinto del PRI.

 

Tras 85 años de existencia y de dominar la política nacional, ahora  tienen un nuevo objetivo: formar al “priismo peñista” y lo han logrado, el estilo del Presidente de la República, desde lo físico hasta la manera de gobernar, ha sido imitado por los mandatarios de Chiapas, Campeche y Jalisco.

 

“El partido adquirió madurez” fue la frase con la que Camacho cerró su discurso, una madurez que le costó obtener al PRI tras 70 años de gobernar de forma hegemónica al país.

 

Con el PRI en el corazón

 

Antes de iniciar su discurso, el líder nacional del tricolor colocó al presidente Peña un pin con la insignia del partido, el cual, para el presidente no era tan necesario, porque lo lleva “en el corazón”.

 

Peña Nieto saludó desde el estrado sólo a la ex presidenta del PRI, Dulce María Sauri, quien alguna vez dijo que ya no había cabida para ella en ese partido.

 

En su discurso, el presidente dejó atrás las viejas fórmulas en que era alabado como un ser omnipresente y habló del orgullo que significa pertenecer al partido más viejo del país.

 

Mientras los diputados y gobernadores se tomaban selfies del festejo, el primer círculo de Peña mantenía silencio: al lado del mandatario se mantuvieron el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio, y César Camacho; más alejado y sin ser presentado, Luis Videgaray, titular de Hacienda. Todos con rostros adustos.

 

Y cuando Peña había concluido su discurso y disponía a saludar a sus fans, la mayoría diputadas y senadoras, regresó al estrado. Al presidente se le olvidó felicitar al partido, por lo cual subió de nuevo a dar sus congratulaciones.

 

Aunque dentro del recinto todo fue risas y aplausos, una atropellada organización derivó en la molestia de funcionarios de alto nivel, quienes tuvieron que esperar hasta tres horas para ingresar, una de ellas fue la directora de la Comisión de Pueblos Indígenas, Nuvia Mayorga a quien el Estado Mayor impidió el paso.

 

Y así con el anuncio de la gestación del priismo reseteado y encausado al estilo de Atlacomulco, el PRI celebró sus 85 años.