Emma Goldman fue una importante anarquista y defensora de los derechos humanos a finales del siglo XIX y principios del XX. Nació en Lituania bajo un régimen familiar de judaísmo ortodoxo y emigró a los Estados Unidos a la temprana edad de 16 años, en búsqueda de trabajo y libertad que no poseía bajo el Imperio Ruso en su país.
Instalada en la Unión Americana se casa, con poco éxito, y comienza a laborar en una fábrica textil en donde se da cuenta que el sueño americano no es más que una mentira. Los trabajadores son explotados, discriminados, reciben tratos inhumanos y pagas miserables que mueven cada una de las entrañas de Goldman y la guían, de la mano de su nuevo compañero de vida, Alexander Berkman, a una carrera social y humanitaria que pretendería abrir los ojos de las masas explotadas, para incitarlos a luchar por los innatos derechos que poseen por el simple hecho de ser seres humanos.