Cuando en el gobierno de Enrique Peña Nieto tratan de explicar el escandaloso caso de Oceanografía, la principal contratista de Pemex en servicios marítimos, afloran varias contradicciones. Por un lado, el secretario de Hacienda, Luis Videgaray, ha dicho que el asunto se reduce a un “fraude entre particulares” pero admite que el caso impacta a la operación de la petrolera nacional; por otro lado, el titular de Gobernación, Miguel Osorio, niega que el tema tenga un trasfondo político, aunque es evidente que las investigaciones se han centrado en los dos sexenios del PAN, y finalmente, el procurador Jesús Murillo afirma que hasta ahora no hay evidencias que conecten el fraude con funcionarios de Pemex.
¿Por qué tantas y tan contradictorias posiciones en el mismo gabinete? ¿Qué se esconde detrás de la feroz investigación iniciada contra la que fuera la empresa contratista favorita de dos administraciones, la de Vicente Fox, la de Felipe Calderón, y que todavía el primer año de Peña Nieto siguió recibiendo contratos por más de mil 500 millones de pesos? ¿Por qué se pretende reducir el tema a un problema entre dos empresas privadas y se declara “reservada” la información que tiene que ver con el manejo de los contratos y las licitaciones y concesiones que desde varias áreas de Pemex se otorgaban a Oceanografía?
Pareciera que detrás de esta indagatoria, que efectivamente nace como un conflicto interno en un banco, Banamex y su matriz estadunidense de Citigroup, hay como trasfondo enormes intereses que tienen que ver con el millonario negocio y el volumen de contratos que mueve Petróleos Mexicanos. Después de haber tenido por muchos años a empresas y empresarios que acapararon el mayor volumen de contratos, hoy se busca, en la nueva administración de Peña Nieto y a la luz de la apertura que traerá la reforma energética, hacer un cambio de empresarios y de empresas contratistas para dar paso a nuevos competidores en el sector petrolero.
Casi podría decirse que con el desmoronamiento de Oceanografía, la empresa que posee la mayor flota de barcos petroleros y uno de los contratistas más grandes de Pemex con 11 mil empleados, se está buscando repartir todos los contratos que acaparaba la compañía del empresario Amado Yáñez, a nuevos jugadores que el gobierno de Peña Nieto quiere meter a la industria del petróleo, empresarios que hoy no están en ese ramo y que provienen del sector de las telecomunicaciones y a los que, a través de prestanombres y sociedades en las que no figuren los auténticos dueños, se les asignaría parte del volumen de contratos que manejaba Oceanografía a través de nuevas empresas.
El nombre de una poderosa televisora, muy cercana a la actual administración, aparece como uno de los que resultarían favorecidos con el cambio de jugadores en Pemex y con el
escándalo de Oceanografía, sólo que jamás aparecerán en las nuevas empresas ni el nombre de la televisora ni el de su millonario dueño. Es decir, que mientras hay actores que serán acotados y regulados en la industria de las telecomunicaciones, con las nuevas reglas de preponderancia dictadas por el Ifetel, ahora sus dueños diversificarán sus negocios y lo que pierdan con la reforma de telecomunicaciones lo compensarán con la reforma energética y los contratos de Pemex.
Ya se verá, conforme el tema de Oceanografía siga avanzando, hacia dónde se están moviendo las cosas con este escándalo de fraudes y corrupción. Lo que se intenta es evitar un daño a Pemex en su imagen y en la forma como opera por dentro la petrolera nacional, con el tráfico de influencias, los favoritismos, la llamada “coima” que pagan los contratistas y hasta la corrupción no de dos sino de todos los sexenios. Eso no es lo que quieren que aflore en este caso y en esta investigación. Sólo se trata, como ya se está logrando, de aniquilar a la enorme contratista, Oceanografía, que controlaba barcos, plataformas y transporte marítimo para que entren las nuevas empresas y los empresarios peñistas a hacer negocios con Pemex.
Es, a final de cuentas, un cambio de jugadores. La creación de los nuevos empresarios y contratistas del sexenio, un proceso y una práctica común de cada gobierno. Peña Nieto está construyendo su nueva élite empresarial y lo hace tanto en el sector de las telecomunicaciones, donde habrá nuevos jugadores, como en la millonaria industria petrolera donde habrá nuevas empresas, aunque no necesariamente nuevos empresarios.
NOTAS INDISCRETAS… Los rumores de que Santiago Creel se bajaría de la planilla de Gustavo Madero y de que en su lugar aparecería el nombre de Jorge Álvarez Hot, el polémico ex subsecretario de Comunicaciones, desataron toda una revolución interna en las filas maderistas. Primero porque a Álvarez Hot no lo ven como panista y segundo porque la salida de Creel se vería como un golpe para Madero. Al final, todo quedó en rumores y ayer Santiago Creel confirmó que sí va con Madero y hasta mostró su firma a favor del chihuahuense… Se lanzan los dados. Segunda Serpiente.