Para todos los amantes de la esquiada, sin duda,  pensar en hacerlo a finales de la temporada es una de las experiencias más deliciosas. A pesar de que en estas fechas existe una gran variabilidad en la caída de nieve, es un placer esquiar en un día claro y lleno de sol con temperaturas mucho más agradables. Y si además, uno puede encontrar esa nieve conocida como “powder”, que es la acumula en el suelo, se mantiene seca y permite deslizarte con facilidad, es un verdadero deleite. Por eso, cuando pienso en ir a esquiar a cualquier lugar, esta es la nieve que estoy buscando.

 

Actualmente contamos con una amplia gama de opciones de destinos para realizar este tipo de deporte. Sin embargo, considero que estamos tan casados con esos grandes resorts, que nos olvidamos de destinos mucho más pequeños que ofrecen una experiencia menos masiva. Justo la semana conocí uno de estos lugares: Mission Ridge (www.missionridge.com).

 

Ubicado en la Cordillera de las Cascadas, a unas 3 horas de Seattle, es una montaña relativamente pequeña, ideal para esquiadores intermedios que gustan de las pistas azules y negras. A pesar de existir muchos lugares para esquiar en la zona, este es el único en el que encuentras la nieve tipo “powder”, gracias a que su ubicación que está más alta y con un medio ambiente más seco. En este lugar no existe el concepto de “ski-in, ski-out” en el que uno prácticamente llega al hotel en sus esquís, ni tampoco el “apres-ski” en el que uno puede tomar un cóctel sofisticado frente a la fogata. Es un lugar mucho más rústico, pero que por lo mismo, ofrece una experiencia más auténtica, con pistas poco congestionadas, nieve fabulosa a una tercera parte del costo de lo que costaría esquiar en uno de estos lugares de moda y sobre todo con calor humano.

 

En la montaña no hay lugar para quedarse, por lo que es recomendable  hospedarse a unos 20 minutos de distancia en el pequeño pueblo de Wenatchee. Además de estar ubicado frente al río Columbia y pertenecer a una zona vinícola más importante, también es conocido por ser la capital de las manzanas, gracias a que el área cuenta con una gran producción de este fruto.

 

Al estar revisando las opciones de hospedaje, encontré el sitio de Vacation Rental by Owners (www.vrbo.com/506149) en donde hay una pequeña suite privada, que se veía mucho mejor que los hoteles de cadena disponibles en la zona. ¡No podría haber pensado en un mejor lugar para quedarme! Sus dueños, Dick y Andrea resultaron ser una pareja agradabilísima que estaban al pendiente de sus huéspedes y de todos los detalles.

 

Al llegar, nos recibieron con unas deliciosas galletas caseras y panqués, acompañados de una botella de un vino blanco de la zona. El cuarto estaba decorado con muy buen gusto y era muy amplio. Contaba con una gran sala, una confortable cama y además una moderna cocina. Estaba totalmente equipada tanto en cuestión de comida para preparar desayuno, así como alguna botana y contaba con un servicio de limpieza diario. El lugar, resultó tener una vista espectacular al río y las montañas. Sin duda, fue una estancia muy agradable y mucho más confortable que un hotel con miles de cuartos.

 

También Wenatchee resultó tener sus sorpresas. Una noche cené en el restaurante Visconti’s (www.viscontis.com) que ofrece comida italiana casera y que prepara deliciosos embutidos. El lugar cuenta con una amplia lista de vinos locales del estado de Washington. Justo ese día probé el Col Solare 1998, un blend de Cabernet Sauvignon elaborado entre dos grandes casas de vino, la italiana Antinori y la local Chateau Ste. Michelle. El vino estaba muy bueno, sin embargo, me hubiese encantado probar una añada más nueva ya que está la sentí vieja y cansada. Fue evidente que el restaurante no ha de mover mucho estas botellas y que no desperdició oportunidad de hacerlo.

 

Y si de vinos se trata, en el centro del pueblo, uno encuentra el Pybus Public Market (www.pybuspublicmarket.org), un mercado gourmet con carnicería, recauderías, tiendas especializadas de aceite de oliva, sal y tés, restaurantes y además una zona de cata de vinos de una vinícola familiar local: Jones of Washington (www.jonesofwashington.com). Ahí, con la experta guía de la simpática Kalin, tuve la oportunidad de probar varios de sus vinos, en donde su Malbec 2010, así como su Barrel Select Blend 2008 y Pybus Market 2010 resultaron toda una delicia. En otro local, Fire, compré embutidos elaborados por Visconti´s para cenar y compré una botella de A Days of Work, 2008 de Stemilt Creek Winery, un blend tipo Bordeaux que resultó ideal para acompañar los embutidos. Otro día visité el wine bar, Tastebuds (www.tastebudscoffeewine.com) en donde además de disfrutar de un buen almuerzo, también pude degustar una amplia de opción de vinos por copeo de la zona, así como otro fabuloso tinto, Pursued by Bear 2009 (www.pursuedbybearwine.com) de la zona de Walla Walla, elaborado con un blend dominante de Cabernet, que estaba más que bien armado y fabuloso en el paladar.

 

Así, entre vino y esquiada, este pequeño pueblo ubicado entre las montañas, resultó ser además de un lugar fabuloso para practicar este deporte, un perfecto destino para disfrutar de buena comida y aún mejores vinos, en un ambiente de hospitalidad y amabilidad. Sin duda, ahora está en mi mapa de lugares a los que me encantaría regresar”.

 

Espero que tengas un fabuloso día y recuerda, ¡hay que buscar el sabor de la vida!